¿Quiénes somos?

¿Quién soy? La eterna pregunta. Algo tan sencillo de responder durante la infancia, pero que puede convertirse en una cuestión complicada en la adolescencia, en esa etapa de la vida determinante en la consolidación de la identidad personal. Aunque el hecho de que ese periodo vital sea fundamental no significa que finalice ahí, ya que es un proceso vivo y cambiante; y que, sin embargo, puede acabar suponiendo una crisis identitaria.

Durante la adolescencia, la imagen que los demás tienen sobre nosotros mismos puede hacer que nuestros cimientos se tambaleen y generarnos una crisis de identidad. Se nos llena la cabeza de preguntas. ¿Somos quienes creemos ser o quienes los demás dicen que somos? ¿Podemos dejar de ser quienes realmente somos? ¿Se puede escapar del lugar que nos asigna la sociedad? Preguntas, preguntas, preguntas.

Hace unos días, los centros culturales de Durango, Elorrio y Zornotza acogieron la representación de ‘A.K.A. (Also Known As)’. Un fenómeno teatral ganador de cuatro premios butaca y dos Max, entre otros galardones, escrito por Daniel J. Meyer y dirigido por Montse Rodríguez Cusella, que indaga en la cuestión identitaria. Un monólogo dramático en el que Lluís Febrer se mete en la piel de Carlos, un adolescente de 15 ó 16 años. No sabe su edad exacta porque es adoptado y la fecha de su nacimiento es confusa. Pero le da igual. “No me importa mi pasado”, dice.

Carlos tiene las ilusiones e inquietudes típicas de un muchacho de su edad. Su vida es tranquila. Vive con sus padres, a quienes quiere y con quienes tiene una buena relación; va al colegio; sale al parque con sus amigos; baila; y, un día, a través de una aplicación, conoce a Claudia. ¡Magia!

Antes de desvirtualizarse, Carlos comienza a sentir algunas inseguridades. No se siente “árabe, ni bueno, sirio o lo que sea”. Pero hay algo que le da miedo:

-Tengo miedo de no gustarle o que se raye porque parezco moro.

Preceptos sociales

Aunque aparentemente no le afectan los comentarios racistas que en alguna ocasión ha recibido por su aspecto físico, siempre lleva sudaderas con capucha, ocultando su pelo. Y es que la opinión de los demás, en el fondo, le influye más de lo que él cree.

Poco a poco vemos cómo Carlos va evolucionando. Nos va conquistando desde el escenario. Nos genera emoción a quienes escuchamos con atención su historia desde el patio de butacas, transmitiéndonos todos sus sentimientos en todo momento. Vemos cómo va ganando autoestima y seguridad. Pero, cuando consigue empezar a tener confianza en sí mismo, llega el golpe. Por causas ajenas a él, todo su mundo se tambalea. La sociedad le hace plantearse cuál es su verdadera identidad.

Los preceptos sociales, una vez más, se imponen destruyendo la inocencia y los sueños de un adolescente. Las imposiciones de una sociedad que discrimina a quien se sale de la norma, a quien destaca por diferenciarse en cualquier aspecto que no siga los cánones establecidos, incluso de uno tan superficial como el aspecto físico.

El de Carlos no es más que un caso ficticio que refleja tantos y tantos otros reales. Nos muestra la violencia que ejerce la sociedad hacia el diferente en distintas esferas, incluso en las administraciones públicas. Porque también existe el racismo institucional, existe la discriminación en algunas instituciones, y aún no hemos tenido la capacidad de erradicarla.

Esta sociedad debe continuar avanzando para romper con esos preceptos. Aunque en los dos últimos años, en el Estado, se han elaborado nuevas leyes que traen consigo más avances en materia de igualdad, como el anteproyecto de la Ley Trans, o que protegen a las personas menores, como la Ley Rhodes, aún hay que continuar avanzando. Y las instituciones vascas también tienen la obligación de dar más pasos hacia adelante, no deben obviar el problema.

Como individuos pertenecientes a esta sociedad, hemos de romper con esos preceptos que generan violencia hacia quienes se salen de la normatividad y contribuir a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

David Hernández es periodista y candidato de Podemos a la alcaldía de Durango.