Oiz, hace 40 años

Acostumbrábamos a realizar un receso de diez minutos en el trabajo para asomarnos a las ventanas de la oficina y saludar el paso de la “serpiente multicolor” en la Vuelta al País Vasco, por la carretera nacional 634 en Iurreta.
Pero aquel 19 de febrero fue distinto. Todo el mundo se levantó temprano para preparar los disfraces del martes de carnaval. Era un día frío y la niebla cubría nuestros montes, nada extraño para las fechas. Como no lo era ver desfilar, al filo de las 9 de la mañana a Pocahontas, Robin Hood, indios, vaqueros, aldeano/as y algún jugador del Athletic.

Fue una excepción que a media mañana volviéramos a pegar nuestras caras a los cristales de las ventanas para contemplar atónitos un interminable desfile con decenas de ambulancias y otros vehículos por la carretera de Goiuria hacia el Oiz.

¿Qué habrá pasado? – nos preguntábamos.

El jefe, que para algo lo era, extrajo un pequeño transistor que guardaba en uno de los cajones de la mesa en su despacho y al poco supimos lo que había sucedido. Una tragedia, sin corfirmar víctimas o supervivientes. Había caído un avión pero lo hizo por la ladera norte del monte bocinero y llegar hasta allí fué un auténtico caos.
148 personas muertas, todas las que viajaban en el “Alhambra de Granada”.

Tragedia aparte, recuerdo con amargura los chismorreos de algunas gentes: “Que si habrá sido un atentado de ETA”, “que el comandante de vuelo estaba bebido”, y luego “que la antena contra la que chocó el avión…y bla, bla, bla”.

No faltó el morbo. Existe gente para todo, así que también los hubo quienes se acercaron al lugar para contemplar el “paisaje” desolador: cuerpos descuartizados esparcidos por el monte cuando no colgando de los árboles y en el summum de la infamia, algunos humanos depredadores que se hicieron con prendas de los pasajeros fallecidos que encontraron desperdigadas entre las maletas reventadas y las vísceras de los finados, en una acción más que repugnante.

Aquel día, tristemente, no hubo entierro de la sardina. Se suspendieron todas las fiestas, evidentemente. Una fecha aciaga.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.