Madres y padres a tiempo completo

El Gobierno vasco está a punto de aprobar una ley de custodia compartida, que permitirá que las parejas divorciadas con descendientes se repartan la responsabilidad de atenderlos y educarlos al cincuenta por cien.

Desconozco el proyecto al detalle, por lo que lo comentaré a grandes rasgos. Empezaré diciendo que me parece bien, tanto el propósito, como los medios que se prometen para favorecer sus objetivos y evitar efectos indeseados. Además, es democrático: ha partido de una iniciativa popular que ha sumado 85.000 firmas.

Hasta hace no mucho, el divorcio se planteaba como una solución de emergencia que solía responder a circunstancias excepcionales. Pero de un tiempo a esta parte parece ser ???la manera??? de resolver conflictos. De hecho, uno de cada cuatro divorcios se produce en Euskadi antes de los cinco años de conviencia. En medio, los hijos e hijas pagan el pato de vivir una situación de inestabilidad y de perder el contacto habitual (con todo lo que eso supone) con uno de los progenitores y su familia de origen.

La nueva regulación primará el interés de los hijos e hijas, por lo que tampoco se aplicará automáticamente. Los jueces tendrán en cuenta cada circunstancia particular y, como no podía ser de otra manera, excluirán de sus beneficios a los maltratadores. Además, parece que se aumentarán los recursos de mediación familiar para facilitar los acuerdos entre los progenitores.

Creo que, además de ser justa, esta ley animará a los hombres a avanzar en la corresponsabilidad familiar. A las mujeres, puede ayudarnos a superar esa idea de que la atención a los hijos y las hijas, los cuidados en general, son cosa nuestra; y a pensar más en nosotras mismas. Quizá nos impulse a construir una ???habitación propia??? (Virginia Woolf). Esta metáfora, título de una obra emblemática del feminismo, simboliza la libertad personal, la independencia física (espacio) y económica (tiempo) de las mujeres.

Y quizá pronto dejemos de ver como algo ???natural??? lo que es claramente cultural, patriarcal más en concreto, y es esa creencia de que las mujeres y los hombres debemos desempeñar roles diferentes en cada uno de los ámbitos público y privado. De hecho, existen y han existido sociedades (pocas y exóticas) donde los esquemas están invertidos y, a pesar de eso, todo funciona sin mayores problemas. Es más, se diría que en nuestro contexto cultural ganamos de largo en estrés, conflicto, infelicidad y confusión.

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Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus