Los inconformistas: Cristiano y Sánchez Gordillo

Detecto en la calle menos apatía que nunca para afrontar la cuesta económica y laboral de septiembre. Como si el volver a la fábrica o al despacho fuera una bendición y no una maldición. Hagan memoria, recuerden aquel desasosiego y aquella pereza posestival que se intuían años atrás. La operación retorno ha llegado más escalonada que nunca, con menos retenciones en los peajes. Y los telediarios pasan de aquellos síndromes posvacacionales de la sociedad posmoderna y consumista. Es una sensación nueva, como si las vacaciones hubieran encogido, como si no hubiéramos perdido de reojo nuestro pueblo y la gente sintiera con alivio que las cosas en su casa no han cambiado demasiado. Volver al trabajo es más que nunca una sensación de alivio.

Sin embargo, escribo esta primera columna del curso con cierta desazón, solidarizándome con las únicas personas de esta tierra que parecen no estar contentas con su vuelta al trabajo: Cristiano Ronaldo y otros futbolistas que no han conseguido su objetivo durante el verano, es decir, mejorar económicamente su contrato. Cristiano ya lo ha reconocido, está triste por motivos profesionales y en el Athletic hay jugadores que siguen refunfuñando por un aumento de sueldo.

El contrapunto de ese inconformismo (un pelín avaro) de Cristiano y algunos privilegiados, nos lo ha dado otro personaje que se ha convertido en alguien casi tan mediático como el portugués. Un poco más desaliñado, eso sí, y obviando las tendencias de la moda y los placeres estéticos, es lo más parecido al auténtico antihéroe español. El alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, se ha prodigado en los medios de comunicación de izquierda y derecha, haciendo pedagogía auténticamente socialista.

Creo que ante los asaltos a supermercados andaluces que se han llevado a cabo cabe una reflexión que os transmito. Parece que la izquierda seria contemporánea, de la cual Sánchez Gordillo forma parte, se sumerge en una disyuntiva: ¿Seguimos siendo mencheviques o pasamos al bolchevismo? Es decir, ¿debemos mantener la vía de la socialdemocracia ramplona y de mínimos; o debemos apostar por nuestros orígenes, romper con el sistema actual o apostar por la desobediencia civil para reclamar nuestros derechos?

Todo indica que la paciencia de los parias se está acabando. Veremos cuánto dura la oferta capitalista a estos inconformistas. Lo que es indignante es que en España, ningún tertuliano de diestra o siniestra, hiciera otra lectura positiva, le diera un matiz positivo a estos robos en los supermercados. De hecho, creo que estas acciones han evidenciado que estamos ante una caverna mediática hipócrita y chabacana, que ostenta el verdadero poder de enjuiciar a las personas y sus acciones. Una casta mediática que condena a los ladrones de tres carros de alimentos y oculta los miles de millones que han robado las élites políticas, financieras, aristocráticas o empresariales. Debe de haber diferentes raseros para diferentes tipos de ladrones.

Mientras alguien decida condenar a los ricos que roban y relativizar lo que roban los parias, los bolcheviques suman adeptos. O sea, suman quienes piensan que ocupar una finca por jornaleros en una comarca donde el paro ronda el 45% de la población no es un delito, no es un robo; es un derecho. Suman adeptos.

Julen Orbegozo kazetaria da