Ir en pijama

Dormir como se viene al mundo y dejar sin hacer la cama después de haber ventilado la habitación son dos de los consejos que uno sigue desde hace años, aunque no por convicción de sus resultados, hay que reconocerlo. Como esa famosa leche fermentada que anuncian en la tele para rebajar el colesterol, el anterior es un claro ejemplo de los beneficios que ciertas pautas aportan al organismo pero no se pueden demostrar.

Quizás fuera una lástima que la evolución llevase al humano a desarrollar más su cerebro que el resto de los animales. El mismo Marc Twain afirmaba en tono jocoso que Dios, en la producción del universo, decepcionado de cómo le había salido el hombre, hizo al mono. Pudo ser, que dando por bueno el tópico de que nos creó el sexto día, tal vez ya estaba fatigado y por eso nos dejó con algunos defectos que nos vienen de serie.

Así que, aquello que mejor pudimos desarrollar a lo largo de los siglos, no impidió que se nos atrofiaran o mermaran otras cualidades como la de vivir y corretear como llegamos al mundo por el paraíso, o perder facultades visuales, auditivas y olfativas. ¿O fue pudor lo que hizo que nuestros antepasados comenzaran a cubrir sus cuerpos? Las vacas, las cabras y los caballos deambulan desnudos por los pastos, mientras que nosotros comenzamos ya a vestir a nuestras mascotas convirtiéndolas en seres débiles en proceso de mutación. Somos capaces de gastarnos una ???pasta gansa??? en vestirnos y calzarnos y lo hacemos hasta para ir a la cama.

El niño del pijama de rayas y su amigo consiguieron caminar juntos hacia un lugar donde puñetera falta les hacía acudir uniformados.

Lo anterior sale a colación, porque en estas últimas semanas de redadas, esperamos por nuestro bien que dicho vestuario se vuelva a poner de actualidad, bonete incluído, para quienes pensaban que los chorizos estaban colgados porque eran ???rojos??? y ahí se acabó la historia. Y una cosa más: que devuelvan todo el dinero que nos han robado. Los trajes y las corbatas pueden quedárselos. Hemos tapado las vergüenzas físicas y estamos dejando al descubierto el resto. No hay pijamas ni gorros para cubrir y proteger nuestros descompuestos cerebros y ahí andamos con el Prozac, el sexo y la cafeína para parchear  traumas y miserias varias.

Sin embargo, a los presuntos implicados parece importarles un bledo la última moda, así que después de contemplar en un escaparate el último grito en ropa ???de interior??? y tras haber consultado a la dependienta, creo que voy a vestirme a diario con un par de pijamas para salir a alternar por ahí. Estoy seguro de que nadie se percatará del detalle, y se va a llevar. Si me preguntáis lo que me da pie a creerlo os confesaré el motivo:

Mi amigo Juanlu tenía tal desfase con las fiestas locales que olvidó tomarse los antidepresivos durante varios días. De madrugada le sobrevino una crisis y no se le ocurrió otra cosa que darle fuego al apartamento en que vivía en el piso 28º del inmueble. Sucedió a las 3 de la mañana y a pesar de todo no se demostró que lo provocara él.
 
Evacuados los vecinos, llegaron los bomberos para sofocar el incendio. Al cabo de la manguera, Txutxin el bombero, viejo conocido del trastornado pirómano, se encontró de frente con Juanlu y le comentó:

-¡???Joer??? tío, vaya sangre fría que has tenido! Te ha dado tiempo hasta para vestirte, menudo camisero más bonito que llevas puesto. Parece que vas de ???ligue???.
-¡Qué dices tío! Esto que llevo puesto es el pijama.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.