Humor terapéutico

Un Belén viviente, con un niño secuestrado en el mercadillo, que por un milagro, los gitanos hacen llegar a sus padres. En su silla de ruedas, la amama de colmillo retorcido y lengua de víbora echando pestes contra la avaricia de la Iglesia Católica y contra el cura que la lleva a dar un paseo. Y un feligrés que en misa mayor se sube al coro y se dedica a contar las calvas de los fieles…

Y un toque internacional y multirreligiosos, una “puya”contra una de tantas religiones enfermas de fundamentalismo de las que hay por el mundo…

En el monte, una rueda de prensa con ikurriña y tres encapuchados declarando la enésima tregua. En las Siete Calles, la “cuadrilla” con su eterno problema de la falta de oportunidades para el platanito, y la pretendida infecundidad de su semen…Y erre que erre con la crisis, los desahucios y los bancos…

Asomaban desde los contenedores de basuras los “batasunis”, pero a veces aparecían sentados en sus recién estrenados escaños del Parlamento vasco, durmiéndose con el discurso de Urkullu o de la Mintegi.

La Nochevieja de este pasaje del 2012-2013 nos ofertó desde la pantalla una muestra del humor “made in EuskalHerria” que no se anda por las ramas, que aplica calmantes y cicatrizantes y estimulantes, todo en uno, a los problemas reales y a veces sangrantes que padecemos por estas tierras. Las otras televisiones del estado se iban un poco por las ramas con un humor descafeinado, descomprometido, light.

Y uno se acordaba anoche del otro humor que va al grano, por ejemplo el del “tío de la Vara”, el José Mota manchego; y subiendo más arriba, del humor bajo censura franquista de Tip y Coll, del inmenso y nunca bien ponderado Gila…

Pero volvamos a lo nuestro, a nuestros Terol, a nuestra amama de la silla lengua viperina de la silla de ruedas. Este humor que ha traducido a nuestro paisaje casero a los Charlot, Cantinflas, a los buenos humoristas que en el mundo han sido.

Gracias a ellos vivimos y soportamos sin subirnos a la parra, sin echarnos al monte, todo lo que nos ha tocado en suerte en esto tercer milenio que ha comenzado con tan mal pie. Gracias a ellos conservamos la cabeza despejada para buscar soluciones, caminos de salida, para encontrar rincones donde podrán florecer esos brotes verdes que andamos intentando cultivar.

Feliz año a nuestros políticos, feliz año a nuestros parados, feliz año a nuestros emigrantes que soportan quizá la peor parte de esta crisis, pero sobre todo feliz año a los humoristas que nos ayudan a aguantar el tipo. Porque quizá es lo que más necesitamos en este momento.

Honorio Cadarso es periodista