De Bucarest a Charleroi

No quiero ser gafe al retrotraerme hasta la final deportiva que con más pasión se ha vivido (durante siete minutos) las últimas décadas, pero es casi inevitable hacerlo, ya que, en última instancia, este tipo de eventos internacionales terminan por situarnos en el mapa ante el resto de europeos, e, incluso, entre el resto de congéneres que pueblan el vasto mundo. Y eso ilusiona, ¿a que si?

Así que vamos a pensar en clave positiva. Vamos a obviar que las aguas corren turbulentas en las inmediaciones de Miribilla, y que las huestes de los hombres de negro, echan en falta sus puntuales estipendios.

Es innegable que, aun en el peor de los casos, la final de la Eurocup no dejará de ser un extraordinario trampolín desde el que hasta el más desencantado de los jugadores podrá destacar y desplegar todas sus virtudes baloncestísticas.

Así que no ha de faltar motivación entre los finalistas. Pero, ¡ojo! que el Bilbao Basket tendrá enfrente un verdadero equipazo, forjado en el gélido este a golpe de talonario, para alcanzar las mayores cotas de éxito en el ámbito FIBA.

Pero como me considero un optimista cuasipatológico, no quiero ni pensar en la posibilidad de fracaso. Dos años seguidos sería excesivo, demasiado castigo para  la afición de Bizkaia, que precisa, como agua de Mayo, de un triunfo que festejar, en una temporada mediocre tanto en el ámbito del balompié como en el de la canasta, aunque en este caso, son los chicos del basket los que han logrado colarse, con brillantez, en toda una final europea.

Y quién sabe si un triunfo el próximo sábado podría consolidar o llegar a atraer algún lustroso patrocinio, dejando atrás los actuales avatares y titubeos. El premio de jugar la euroliga la próxima temporada es goloso, para aficionados, desde luego, pero también para los propios jugadores y técnicos y, por supuesto, para potenciales mecenas.

Así que la cita de mañana se antoja doblemente importante. Además de un premio para una entregada afición, puede estar en juego la propia continuidad de un proyecto de altos vuelos que amenaza con tambalearse.

Así que ¡¡a por ellos oe, a por ellos oe!!

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango