“No hay siglo en el que Durango y Iurreta no se den de tortas”

El historiador iurretarra Jon Irazabal concluyó la jornada de conmemoración del 20 aniversario de la desanexión de Iurreta con una conferencia titulada ‘Un viaje de ida y vuelta’, una revisión del largo proceso que llevó a la actual independencia del municipio. “No es una cuestión de 1926”, afirmó el miembro de Gerediaga Elkartea en referencia al año en el que se produjo la anexión con Durango, “en 1072 se menciona Iurreta por primera vez y, ya entonces, empieza su lucha por sobrevivir como pueblo y mantener su territorialidad”.

Hacia 1300 se funda la villa de Durango y empiezan los problemas que, según Irazabal, “no eran entre los ciudadanos, sino provocados por una oligarquía durangarra que necesitaba territorios para su expansión económica”. El principal escollo radicaba en que las villas se fundaban en espacios muy pequeños pero eran muy poderosas económicamente. Ese hecho provocó que “no haya siglo, ni siquiera 40 años, en los que Durango y Iurreta no se estén dando de tortas”.

La tensión aumenta en 1923 con la dictadura de Primo de Rivera. La primera Ley Municipal, que se aprueba al año siguiente, está pensada para favorecer la expansión de los municipios grandes y la anexión de los pequeños pueblos cercanos. Como consecuencia, entre octubre y diciembre de 1926, la Diputación de Bizkaia decide que Iurreta pase a formar parte de Durango.

Desde entonces, los intentos por retomar la independencia iurretarra se suceden aprovechando los diversos cambios históricos (la República, la Guerra Civil, el franquismo), pero son permanentemente rechazados y despreciados por las instituciones. No se produce un avance especialmente significativo hasta 1980, cuando el PNV de Iurreta decide separarse del de Durango. Dos años más tarde, HB hace lo mismo. También fue importante “aunque parezca una tontería”, puntualiza el integrante de Gerediaga, la fundación del equipo de futbol de Iurreta, “que generó una sensación de pertenencia al pueblo”.

Años conflictivos

Fue ésta una época con muchos enfrentamientos entre vecinos. Como recuerda Irazabal, “en marzo de 1978 se celebró una fiesta de la Juventud en Durango a la que acudimos varios jóvenes de Iurreta para leer un manifiesto a favor de la desanexión. Sólo pudimos leer el texto en castellano, ya que se montó tal bronca que ya no había ni dios que leyera”.

No será hasta 1985 cuando, tras sendas mociones de HB y el PNV, Durango acepta iniciar el proceso de desanexión, “con bastante lentitud”. Pero era un proceso ya imparable, y tras una serie de cesiones de terrenos se llegó a un acuerdo. En julio de 1989, con todo ya decidido, se realizó un referéndum no vinculante para conocer el sentir de la población, cuyos resultados ni siquiera fueron publicados. “Una de las mejores obras de teatro que se han visto en el municipio”, según el historiador.

De aquí los últimos trámites hasta el 1 de enero de 1990, día en el que Iurreta adquiere la categoría de “pleno pueblo”, siendo gobernado por la gestora homenajeada esta semana hasta las primeras elecciones, que tuvieron lugar en mayo, unos meses más tarde. Irazabal concluyó: “Cada pueblo tiene derecho a tener su ayuntamiento. Los espacios con identidad propia no deben desaparecer por la necesidad de los espacios cercanos”.