La renovación del pavimento del pórtico de Andra Mari durará hasta septiembre

El Ayuntamiento de Durango va a renovar el pavimento del pórtico de la Basílica de Santa María de Uribarri a fin de garantizar la accesibilidad. Responsables municipales han confirmado que las obras han comenzado ya y finalizarán a mediados de septiembre. La remodelación del suelo tiene un presupuesto de 40.000 euros sin IVA.

La superficie que se va a renovar alcanza los 500 los metros cuadrados. Los trabajos se centrarán en la restauración de “la laja desconcertada y el canto rodado”. Para ello se levantarán todas la lajas de piedra del suelo para después recolocarlas y sustituir las defectuosas por nuevas. Se espera que un 90% de ellas se puedan reutilizar.

Dentro del laberinto del pórtico, se renovarán también las piedras negras y blancas, además de los parches de cemento que se encuentran en mal estado. El principal objetivo del proyecto es garantizar la accesibilidad, reparando los agujeros y salientes del pavimento. Durante el período de restauración no se podrán celebrar actos en ese espacio.

El laberinto

El pórtico de la Basílica de Andra Mari cuenta con un laberinto sobre el pavimento que se construyó para que aquellos durangueses que no podían participar en las peregrinaciones pudieran redimirse de sus pecados. Francisco Eguía, perito del Ayuntamiento de Durango durante 40 años, fue quien lo diseñó la construcción en 1938.

Aunque esta obra es de reciente construcción, su ejecución responde a las época de los templarios. “Antiguamente la gente peregrinaba a tierra santa, Santiago de Compostela o Roma para redimir sus pecados. Los que no tenían posibilidad de acudir, se dirigían a los pórticos de las catedrales donde existían este tipo de laberintos. El perdón se obtenía con la realización completa del recorrido. De esta forma, disponía de un camino simbólico para expresar su arrepentimiento y hacer penitencia cerca de su casa”, destacan responsables municipales.

Monumento nacional

La Basílica de Santa María de Uríbarri, que ostenta la categoría de Monumento Nacional, se describe ya a finales del siglo XV en la crónica de la visita de Isabel la Católica a Durango. Su pórtico es el más grande de Euskadi.

El interior de la iglesia merece una visita detenida. Merecen especial mención el retablo del Altar Mayor de estilo romanista, obra de Maese Martín Ruíz de Zubiate, discípulo de Anchieta, y el Coro de estilo Reyes Católicos, que es el elemento original más antiguo del templo. También destaca la talla gótica tardía de Andra Mari de Uribarri, patrona de Durango, que está cobijada en una hornacina.

La parte antigua del templo, resultado de reformas y ampliaciones, es gótico-renacentista propia del cambio de siglo XV-XVI. Durante el primer cuarto del s. XVII se llevó a cabo una profunda reforma del templo siendo esta segunda etapa constructiva clasicista-barroca, que es la que refleja la actual iglesia.

Arrasado en el bombardeo

En la reconstrucción intervinieron arquitectos tan reconocidos como Juan Sebastian de Urizarzabala o Juan de Ansola. El pórtico se realizó bajo trazas de los maestros Baraincua y Gabiria.

En el bombardeo que sufrió Durango el 31 de marzo de 1937, el pórtico y el edificio, a excepción del ábside y el coro, quedaron arrasados. Después de la Guerra Civil se inicia un nuevo proceso de recuperación, de ahí quue la construcción presente vestigios de los diversos estilos que se han ido superponiendo.

En las inmediaciones del pórtico se pueden ver edificios de interés. Uno de ellos es la elegante vivienda situada en el número 8 de Barrenkalea, ejemplo de Barroco Ilustrado Bizkaino del siglo XVIII, que constituye el primer exponente en la provincia de casa de vecinos destinada al alquiler desde su misma construcción.