El durangués más bilbaíno

Hay personas que rezuman poderío e Iñaki Azkuna era una de ellas. Pero no a causa de ese corpachón que había languidecido por culpa de un tumor. Ni tan siquiera por su marcada personalidad. Transmitía autoridad porque parecía decir y hacer en cada momento lo que creía más oportuno.

Incluso en un partido que aprecia tanto la disciplina y la cohesión como es el PNV, a Azkuna no le costaba asumir el papel de nota discordante cuando sentía que golpeaban sus principios. De ahí la etiqueta de “heterodoxo” que lucía sin disimulo para no tener que renunciar a los ramalazos de rebeldía que conservaba  de sus paseos de juventud por el Barrio Latino de París.

Su primer flirteo con la ciudad que lo encumbró en 2012 a las portadas de los periódicos nacionales e internacionales como Mejor Alcalde del Mundo fue a través de la puerta del Hospital de Basurto, siendo un estudiante en prácticas. De allí viajó a París con una beca de dos años que, no sólo le permitió conocer a una mexicana de Chiapas con la que acabaría casándose, sino que le aportó una visión más cosmopolita de la vida.

Hijo de un metalúrgico y una costurera

Azkuna también tenía sus detractores. Sobre todo entre quienes le situaban en el ala menos abertzale del PNV. Extraña visión acerca del hijo de un metalúrgico que fue gudari y una costurera del PNV al que, como era habitual en una época marcada por los largos silencios y el miedo, apenas le hablaron del bombardeo que arrasó Durango cinco años antes de que él naciera. Y eso que Angel, el padre, estuvo condenado a muerte y su madre, Vicenta, tuvo que vivir en el exilio.

El que fuera alcalde de la capital vizcaína desde 1999, y anteriormente consejero de Sanidad del Gobierno vasco, tampoco hacía ascos al término chirene: un localismo ‘made in Bilbao’ que se atribuye a personas ocurrentes y divertidas. De ésas que ganan con el trato.

“Campechano y simpático”

“No he conocido otro político tan campechano, simpático y poco dado a lo políticamente correcto. Aún recuerdo el día que, siendo consejero de Sanidad, empezó a decir durante una rueda de prensa que nada de fajas gratis para gordos como él. Que mejor ir a dar un paseo todos los días”, apunta una periodista que le trató profesionalmente y con la que, después de enterarse que era duranguesa, se entretenía por los pasillos hablando del pueblo.

Iñaki Azkuna falleció ayer por la tarde a los 71 años de edad. Médico de profesión, él mismo había previsto y anunciado que su vida no sería larga a la vista de su historial familiar. Su padre murió años antes de llegar a la jubilación y hace ya un tiempo que también falleciera, relativamente joven, su única hermana, Marisol, una conocida comerciante de la localidad.

Agur eta ohore, alkate jauna.