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“Con la violencia obstétrica hay un movimiento negacionista muy fuerte y poderoso”

Nerea Azkona e Itziar Eizmendi.

Una de las actividades más destacadas de la programación que se ha organizado en Durango con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres es la charla sobre ‘Violencia Obstétrica’. Será mañana, viernes, a las 18.00 horas, en Andragunea, y será impartida por la antropóloga Nerea Azkona, autora del libro ‘Madre en duelo’ bajo el pseudónimo Auri Lizundia, e Itziar Eizmendi, abogada especializada en casos de violencia obstétrica y negligencia médica en partos.

-La Organización Mundial de la Salud define la violencia obstétrica como aquella que sufre la mujer durante el embarazo o el parto al recibir un maltrato físico, humillación y abuso verbal, o procedimientos médicos coercitivos o no consentidos. ¿Es una definición acertada o se queda corta?
-A nosotras nos gusta particularmente la definición que da la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, cuando habla de la naturaleza de este tipo de violencia, y dice así: “Esta forma de violencia es un fenómeno generalizado y sistemático, o arraigado en los sistemas de salud. Y es parte de una forma continuada de las violaciones que se producen en el contexto más amplio de la desigualdad estructural, la discriminación y el patriarcado, y también consecuencia de una falta de educación y formación y de la falta de respeto a la igual condición de la mujer y sus derechos humanos”.

Es decir, se trata de una violencia sistemática, estructural y arraigada, es una manifestación de desigualdad estructural y discriminación. Una violación de derechos humanos.

-Lo que es evidente es que es otro tipo de violencia machista.
-Efectivamente, la violencia obstétrica es una forma de violencia contra la mujer. Es decir, implica la vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres. En concreto, las raíces de esta violencia están profundamente hundidas en relaciones de poder, donde el género y la jerarquía médica son conceptos clave.

Supone sentirse con derecho a un poder sobre las mujeres −abuso de poder− que autoriza a violar, invadir o transgredir sus límites, con el objetivo de vencer sus resistencias y tener control, dominio y posesión sobre ellas para conservar el poder en la relación y encarrilarla según sus propios intereses y deseos.

La violencia obstétrica no sólo ocurre durante el embarazo, parto o posparto, sino en cualquier atención a la mujer en el ámbito de la salud sexual y reproductiva y sus formas van desde la más sutil a las prácticas más evidentes

-Aun así, y a pesar de que las declaraciones de organismos institucionales reconociendo que es un problema generalizado de salud pública son cada vez más frecuentes, sigue bastante invisibilizada socialmente. ¿Es urgente una legislación específica que impulse la prevención, la detección y hasta posibles sanciones?
-Cada vez se habla más y se visibiliza más esta violencia y se deberían revisar y reforzar leyes que prohíban el maltrato y violencia contra la mujer en todos sus ámbitos, incluido el gineco-obstétrico. No sólo hay que legislar o aprobar nuevas leyes, sino aplicar las normas y herramientas ya existentes desde una perspectiva de género y con respeto a los derechos humanos de las mujeres. Hay que aprobar políticas públicas encaminadas a la erradicación de esta violencia.

Junto al ámbito legal y político, se debe abordar esta problemática desde muchos frentes: educación y formación adecuada de todos los profesionales de la salud, abordar el problema de la falta de personal cualificado y las limitaciones presupuestarias, entre otros.

Pero, previamente, hay que reconocer el problema, porque nos encontramos ante un movimiento negacionista muy fuerte y poderoso, que obstaculiza llegar a ese objetivo de ofrecer un trato digno y respetuoso a las mujeres.

Duelo desautorizado

-Ambas os habéis especializado en violencia obstétrica después de haberla sufrido en primera persona. ¿Me contáis qué pasó en vuestro caso y cómo lo vivisteis?
-Ser consciente de haber sido víctima de este tipo de violencia y de prácticas abusivas no es fácil, porque muchas actuaciones y prácticas las hemos normalizado, las entendemos como un peaje que hay que pagar como mujeres. La violencia obstétrica no sólo ocurre durante el embarazo, parto o posparto, sino en cualquier atención a la mujer en el ámbito de la salud sexual y reproductiva y sus formas van desde la más sutil a las prácticas más evidentes. Es verdad, aun así, que los acontecimientos más importantes en este ámbito son los que rodean el embarazo, parto o posparto.

En mi caso (Itziar), yo he sido madre de dos hijas con vida y en ese proceso he visto cómo no se me informaba, me realizaron prácticas sin consentimiento, mi plan de parto se perdió en alguna papelera de alguna consulta ginecológica y mi lactancia fue un desastre por no haberse detectado un problema fácilmente detectable. También me encontré con personal maravilloso, todo hay que decirlo.

Yo (Nerea) he estado embarazada cuatro veces y ningún embarazo terminó con un bebé en brazos llorando. Perdí los cuatro en distintas semanas de gestación y por problemáticas distintas y durante estos cinco años sólo encontré tres de las decenas de profesionales que me atendieron que me trataron como una persona. El duelo desautorizado después de una muerte perinatal también es violencia y cuando hablamos de interrupciones del embarazo la violencia aumenta hasta límites desorbitados, a pesar de las leyes.

-En los próximos días vais a ofrecer una charla en Durango. ¿Cómo la vais a enfocar?
-Desde un punto de vista jurídico y político, por un lado, y más antropológico y social, por otro. Intentaremos crear un espacio cómodo en el que compartir vivencias, resolver dudas, aprender y enseñarnos, porque nosotras aprendemos constantemente de estos encuentros.

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