“A pesar de la caminata, sacábamos fuerzas para cantar y bailar”

Miles de personas recorren cada año el Camino de Santiago, ya sea como un reto personal, por motivos religiosos, o como una forma activa de conocer gente y lugares. Entre ellas, el apostol recibió hace unos días a los integrantes de ‘Bizibiltariak’, el grupo de senderismo de Durangaldea que dejó huella entre el resto de peregrinos por su ejemplo de convivencia y buen humor.

Detrás han quedado 867 kilómetros divididos en 33 etapas y un buen montón de anécdotas. Sus protagonistas han sido 29 integrantes de la asociación Bizidun de Durango —de los 34 que iniciaron el reto—, “aunque en una de las etapas llegamos a una asistencia de 54 participantes”, explica uno de los promotores de la iniciativa, Juanjo Basterrika. Entre ellos, se ha contado con gente de Elorrio, Berriz, Zaldibar, Abadiño, Durango, Atxondo, Iurreta y Garai.

En un principio, su objetivo era recorrer la parte del camino por la ruta de la costa que transcurre por Euskal Herria, “pero la gente quería más y nos animamos a completar el recorrido hasta la capital gallega”, añade. Uno de los principales motivos para animarse fue el buen ambiente y la complicidad generada entre los veteranos caminantes, que ha sido reconocida allí por donde han pasado.

La “atracción” de las terrazas

“Después de la caminata, íbamos al hotel, nos duchábamos y salíamos a tomar algo y a continuar la jornada con una buena tertulia y nuestras canciones. Hemos sido la atracción de muchas terrazas y, en ocasiones, encontrábamos gente de fuera del grupo que se apuntaba a la fiesta”, recuerda José Ángel Aspiazu, otro de los integrantes de Bizibiltariak. Entre esos cánticos, hacen mención especial a una ‘habanera’ dedicada al grupo, a cargo del bertsolari Alberto Murua.

Algunas de las culpables de tanta animación eran la guitarra de Mikel Santana y las mujeres del grupo, que siempre lograban sacar energías para bailar. “Es una de las cosas que más me han sorprendido. A pesar de los madrugones y de los kilómetros que llevábamos encima, aún nos quedaban fuerzas para dar ambiente nocturno”, destaca Merche Ercilurruti, una de las 10 féminas que completaron el recorrido.

Seguridad y compañerismo

Pero junto con el buen humor derrochado, otra de las facetas de la que se muestran orgullosos es del compañerismo mostrado entre los ‘bizibiltaris’. “Una de nuestras principales preocupaciones ha sido la seguridad al marchar por carretera y el hecho de mantenernos en un bloque lo más compacto posible”, detalla Basterrika. “Era algo complicado, ya que había gente de hasta 72 años y cada uno va cómodo a su ritmo, pero hemos logrado mantenernos muy unidos”.

De todo lo experimentado, resaltan los lazos que se han creado, el haber conocido lugares y gente, el compañerismo, el buen comportamiento y la satisfacción de superar un reto. Pero, sobre todo, y en palabras de Ercilurruti, las “ganas de vivir” mostradas por todas las personas participantes, tanto dentro como fuera de la carretera.

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