Apadrina a un donante

Un socio trae a otro socio. Las agrupaciones de donantes de Euskadi han emprendido una nueva campaña de captación basada en esta especie de ‘apadrinamiento’. durangon.com se ha acercado a la sede de Durango un día de extracciones.

Como todos los jueves del año, salvo festivos, de 16.30 a 21 horas, los delegados de la asociación local, José Martín Santibáñez  y Gabriel Mínguez, reciben a los donantes que han sido convocados ese día en el local de que disponen en los bajos del ambulatorio de especialidades, en Herriko Gudarien. El ambiente es distendido y agradable.

Dos solícitas enfermeras, veteranas y experimentadas (recorren continuamente toda Bizkaia con las unidades de extracción), atienden con simpatía y amabilidad a cuantos se acercan y procuran tranquilizar a quienes muestran algún tipo de temor. La tele encendida a bajo volumen frente a las butacas donde se sientan los voluntarios para la extracción proporciona un plus de ‘anestesia’.

Junto al aparato, una fotografía de Tirso Losa, presidente de la asociación hasta que hace un par de años, a los 90, lo abandonó por razones de edad. “¡Tienes que hablar de Tirso!”, clama una de las enfermeras, Itziar Alzaga, como muestra evidente de afecto a su persona y de reconocimiento a la “importante labor” de todas las asociaciones de donantes.

Falta de reemplazo

El goteo de personas, como el de sangre, es continuo. La mayoría son hombres de entre 50 y 60 años. De pronto, llega una joven. Mientras rellena el cuestionario previo, un procedimiento que se repite cada vez para garantizar la calidad de la sangre donada y la seguridad del donante antes de la extracción, explica que tiene 35 años y acude desde 1999. Hacía tiempo que no se había acercado porque ha vivido fuera una temporada y en otras ocasiones el médico le ha aconsejado no donar porque “cuando andas justa con los niveles” no es aconsejable. Itziar Alzaga, atenta a sus palabras, precisa que para la extracción es preciso superar 12,5 gr/l de hemoglobina en mujeres y 13,5 gr/l en hombres, y pesar más de 50 kg. “Se dona un gramo de hemoglobina y si anda justa no puede hacerlo”.

La asociación duranguesa sigue siendo una de las más potentes de Bizkaia con 1.532 donantes activos. Pero Gabriel Mínguez explica que el relevo generacional se ve dificultado por esa limitación que imponen los parámetros físicos. “Los jóvenes hacen mucho deporte y, si es de fondo, el cuerpo hace mucho esfuerzo y están al límite para poder donar”. Otros impedimentos entre este colectivo suele ser la falta de estabilidad en las parejas, el consumo de drogas, o el uso de ‘piercings’ y tatuajes. Además, viajan mucho al extranjero, lo cual también supone un problema temporal según de qué países se trate (Como curiosidad, quienes han residido en el Reino Unido en el periodo 1989-96 no pueden ser donantes por haber estado expuestos a la contaminación de las ‘vacas locas’).

Pero los donantes de Durango no dan por perdidas a las nuevas generaciones. Por eso ofrecieron charlas a tres centros educativos con chavales de 16 y 17 años. Sólo respondieron afirmativamente desde el Instituto y allí fueron a animarles para cuando tuvieran 18 años, que es la edad mínima para ser donante.

No se puede bajar la guardia

La escasez de jóvenes en las asociaciones locales hace que número de donaciones y de donantes en general descienda progresivamente en todas partes. Aun así, Euskadi mantiene el tipo con 100.000 donaciones anuales (cifra de 2012). A esa cuota contribuyó Durango con 1.727 bolsas.

El dato está muy bien, ya que representa un 60’3 por mil respecto al número de habitantes. La OMS recomienda un 40 por mil. En la comarca destaca Zaldibar con un 83 por mil.  El total de Bizkaia representa la menor proporción dentro de toda la comunidad autónoma (36 por mil), ampliamente superada por Araba (74 por mil) y por Gipuzkoa (46 por mil). “Bilbao y la margen derecha son la vergüenza de Bizkaia. Las zonas donde más gente vive es donde menos se dona. Ellas bajan la media”, se contraría Mínguez blandiendo las estadísticas que saca de un cajón.

Itziar Alzaga advierte que en esta cuestión nunca se puede bajar la guardia. “Siempre falta sangre porque las donaciones no son regulares. En verano se reducen mucho y se necesitan porque cada vez hay más operaciones  y por ejemplo las de cadera de las personas mayores necesitan de 2 a 3 bolsas”.

La enfermera aprovecha para aclarar algunos falsos mitos sobre la imposibilidad de someterse a las extracciones. “Se puede donar si se ha padecido hepatitis A, si se tiene la regla, o si se consumen anticonceptivos. Si se ha tomado aspirina hay que decirlo porque no se sacan las plaquetas”.

Miedo a la aguja

Antes de despedir a la periodista, insiste en enseñarle la aguja, uno de los factores que más temor causa a los donantes, nuevos y no. Es un poco gruesa pero apenas se siente, explica exhibiendo todas sus facetas.  Llega un asociado y muestra cómo se la clava.

“Respira hondo”, le dice ¡Zas! Ya está enchufada a la vena sin que el donante haya hecho ningún aspaviento. “¿Te ha dolido?”, se asegura. El donante niega con la cabeza. Este como los que han desfilado anteriormente es veterano. En este tiempo no ha venido ninguno nuevo.

No importa. Hay que tomárselo con paciencia. Los donantes, además de gente responsable, porque su sangre tiene como destinatarias a personas cuyo estado de salud es muy delicado, no pueden ser forzados. De hecho, en la encuesta de salud la primera manifestación dice: “Mi decisión de donar sangre se debe sólo mi deseo de ayudar a los enfermos” y la segunda: “No he sido coaccionado por nadie”.

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