Algo se quiebra en el movimiento cooperativo

Las aguas bajan revueltas por el mundillo cooperativista del país como nunca lo habían hecho desde su fundación allá por el 1956 ya que las dos cooperativas más importantes del área industrial amenazan con dejar de pertenecer a la “Mondragón Corporación Cooperativa”.

El problema que suscitará esa decisión es más simbólico que económico y pone de relieve la carencia actual de auténticos líderes de ese movimiento social, que a la vista está, provocó un movimiento sin precedentes en el país pues ahí es nada haber ido desde cero haber llegado a implantarse a través de la cuatro áreas cuales son la económica, la industrial, la de servicios y la del conocimiento, en 98 cooperativas, 8 fundaciones, 10 entidades de cobertura, 1 Mutua, que dan ocupación a cerca de 80.000 puestos de trabajo y facturaron el pasado año 11.400 millones de euros.

Pues bien ese conjunto, ese conglomerado de empresas de carácter social se ha convertido desde su fundación el primero en el ranking por volumen de facturación del País Vasco y décimo, que no está nada mal, de España. (A mí no me gusta llamarle grupo, sino conglomerado porque no lo ha sido estrictamente ya que como grupo empresarial ha de entenderse que “debe ser el conjunto de una o más sociedades independientes jurídicamente entre sí, pero que se encuentran bajo un control o subordinación ejercido por una matriz o controlador y sometidas a una dirección unitaria” y esas circunstancias no se han producido nunca en el conjunto de cooperativas ya que cada una de ellas ha sido y es soberana, de modo que no están sometidas a una dirección unitaria).

Cada tiempo tiene su afán y este movimiento no es ajeno a este conjunto de empresas ya que ni en sus optimistas previsiones sus fundadores pudieron llegar a pensar que las dos cooperativas industriales en cuestión podrían sumar 10.000 socios/trabajadores, facturar casi 2.000 millones de euros y estar presentes con sus productos e instalaciones en más de 100 países.

Y es que, amigos, esta decisión de “Coopexit” me parece a mi que es consecuencia de que por un lado el traje “Mondragón” se les ha quedado pequeño, por otro –como he apuntado más arriba– no existe para idear un nuevo afán al que nos ha llevado el paso del tiempo, una persona con la personalidad, clarividencia y carisma de aquel personaje irrepetible que fue el bizkaino y sacerdote de Markina. Don José María Arizmendiarrieta fue un auténtico generador de ideas, un fenómeno en toda la extensión de la palabra, porque promovió la fundación de una cooperativa en Mondragón, donde la Unión Cerrajera era la empresa que colmaba las aspiraciones de empleo de toda la población del pueblo y sus alrededores. Después se lanzó a fundar ULGOR, rebautizada con el nombre de FAGOR, y acto seguido a fundar ¡un banco! (Caja Laboral Popular, a la que después se le cayó lo de Popular y que finalmente la conocemos tras su fusión con Ipar Kutxa en Laboral Kutxa), la mutua Lagun Aro en 1959, el centro de investigación IKERLAN en 1974 y, por último, crear el embrión en 1977 de lo que es hoy la Universidad de Mondragón con 4.000 alumnos.

Ese conjunto de realizaciones es difícilmente igualable lo que da cabal idea de la visión y capacidad de aquel hombre. Ahora nos encontramos ante una encrucijada (por otra parte no inédita puesto que IRIZAR y AMPO tomaron la misma iniciativa hace 14 años) ante la misma actitud de ULMA y ORONA –puesto que de ellas se trata–pero falta un ideólogo de la entidad de aquel generador de ilusiones que fue Don José María para dar con la clave del nuevo rumbo a seguir.

¿Y qué razones pueden tener los dirigentes de esas dos cooperativas para tomar esa decisión puesto que las bases de ellas votarán lo que les apunten los mismos ? Pues lo que tanto ORONA como ULMA manifiestan es que “desean reemplazar su vigente relación como entidades adheridas a “Mondragón Corporación Cooperativa” por un modelo basado en convenios de mutuo acuerdo para el fortalecimiento del sistema cooperativo”. Esta es la razón –perfectamente oscura a mi juicio– para romper el actual modo de relación con  la Corporación, lo que abre todo un abanico sobre las razones de fondo que llevan a los dirigentes de ambas cooperativas a esa decisión.

Pues como siempre ante una situación como la que nos ocupa, no habrá una sola razón sino un sumatorio de ellas y nada más práctico para no perderse en elucubraciones que acudir al principio de “la navaja de OCKHAM”, filósofo del siglo XIV, que dice que “en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta” y para mi que esa razón se encuentra en una disputa, en una lucha de “egos”. Los dirigentes de ambas cooperativas, alentados por el éxito del desarrollo espectacular de ambas empresas, han decido que “ya son lo suficientemente mayores para andar solos por la vida”, de modo que “hasta aquí hemos llegado, se habrán dicho, que ya está bien de dirigismos”.

Si el ejemplo de esas salidas cunde, se abrirá paso a otra imagen de esa experiencia que a los que hemos participado en ella nos dejará con un mal sabor de boca, pero a lo dicho, “cada tiempo tiene su afán” y evidentemente estos son otros tiempos de aquellos ilusionantes inicios de esta aventura irrepetible.

Rafael Hidalgo