Feministas y mujeres emigrantes

En medio de la pandemia, arrancadas de cuajo de su tierra y su vida, de su hombre y de sus hijos, miles de mujeres de la América hispanohablante o de la Europa del Oeste buscan entre nosotros una vida mínimamente decente y viven entre nosotros en Euskal Herria y España. Reivindican una vida de ciudadanas europeas que se les niega.

Carolina Elías, una empleada de hogar y abogada salvadoreña, creadora y guía de SEDOAC, “Asociación de Servicio Doméstico Activo”, pone voz y figura a todas ellas y reclama el apoyo de las instituciones y de las feministas de nuestro país.

En el año 2011, la ONU y la OIT reclamaron a voz en grito para las mujeres emigrantes los mismos derechos y la misma Seguridad Social que disfrutan todas las ciudadanas de la Unión Europea y del mundo que consideramos civilizado. Pero mientras este acuerdo se aplica en muchos países, incluido nuestro vecino Portugal, desde el día que llegan a su nuevo destino, en el Estado español tienen que esperar tres años a que se les reconozcan sus derechos ciudadanos. Que es como decir que no existen, que no las protege ninguna ley ni ningún derecho, salvo el de empadronarse y de buscarse la vida por sus propios medios y con la asistencia de buena voluntad de Cáritas y de ONGs.

Este desamparo era total con el gobierno  del PP, y hoy, con el Gobierno de Pedro Sánchez y Podemos, solo pueden contar con buenas palabras y promesas a largo plazo indefinidas… En Madrid, con la presidenta Carmena, tenían concedidas ayudas de la comunidad autónoma, pero la llegada del PP al Gobierno de esta comunidad les ha retirado todas las ayudas y solo les ha dejado el local del que disponían.

Las asociaciones feministas del Estado español y de Euskadi no han sido excesivamente generosas en su ayuda, apenas este año, el día 8 de marzo, en el acto que cerró en Madrid la celebración del Día de la Mujer, concedieron la palabra a una emigrante dominicana para reivindicar los derechos que les da la ONU y la OIT.

Y ahí están, como la Puerta de Alcalá del cantar, con sus necesidades, sus luchas por sus derechos, la ausencia de sus hijos y su compañero que quedaron a miles de kilómetros, y el silencio o la disimulada complicidad de los ciudadanos y ciudadanas que les rodean, con sus cadenas de esclavas en pies y manos…

Y engendrando en sus vientres personas para un país que les dice que esperen tres años a ser personas…

Honorio Cadarso es periodista