Responsabilidad ‘bicil’

En los tiempos que corren, cuando un/a ciclista se plantea cuál de sus sentidos es el más importante para circular en bicicleta por la carretera, descubre que se trata del sexto: el sentido común.

Es natural que en el transcurso de nuestra vida, todos hemos cometido alguna que otra locura. Hoy en día, prima más la noche que el día y los tiempos modernos han tentado con una oferta de comodidad que roza lo insoportable.

No hay más que observar los cientos de bolardos que nuestros ayuntamientos han tenido que plantar para detener el avance de la invasión de las máquinas. Se ha ganado espacio para la persona, sí, pero ha sido necesario levantar diques de contención.

Mientras los patos y las ocas surcan libremente las corrientes de los riachuelos y lagunas artificiales en ciertos lugares de Europa, por aquí abajo, una pandilla con las luces cruzadas se dedica a retorcerles el pescuezo y arracarles las plumas, mientras siguen bebiendo a morro del botellón, en la larga noche que va desde el viernes hasta el domingo futbolero. Y en ese intervalo de tiempo, no sólo se dedican a dejar el patio lleno de recipientes y envoltorios de plástico asquerosos, con una papelera a tan sólo diez pasos.

Arrancan sus coches cuando asoma el sol, perdido el conocimiento, y se convierten en la pesadilla de quienes acostumbran a utilizar sus días festivos de forma saludable dando pedales. Se vuelve casi inexplicable que resulte tan peligroso o más, circular un domingo por la mañana con escasa circulación de vehículos, que hacerlo un día laborable inmerso en el fragor de un tráfico abundante.

En lo personal, como cicloturista, siempre fui reacio a utilizar el casco. Me parecía algo absurdo que alguien pretendiese convencerme de que su utilización me serviría para esquivar a un zombie conduciendo un vehículo a gran velocidad, sin control.  En esto ha quedado sobradamente demostrado que llevaba razón, hasta el día en que me caí yo sólo y rompí una de mis clavículas…y el casco.

Por eso, me permito hacer unas sugerencias a quienes practicáis este incomparable deporte: no montéis en bici con auriculares, respetad los semáforos y no circuléis por el carril contrario ni tan siquiera en carreteras secundarias poco transitadas.

Tenemos un slogan con el que debemos ser consecuentes: “Respétanos vivos, encima de una bici va una vida”. Pues eso, no seamos nosotros mismos quienes comencemos a menospreciarla cometiendo imprudencias.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.