Parábola en martes de Carnaval

Se puede pasar de camarera a princesa de la mañana a la noche. Mi amiga Lila lo ha conseguido. Mandó al carajo su trabajo y su hada madrina le regaló un ajuar impecable. Me la encuentro en el camino y no la reconozco. Es noche cerrada, llueve a cántaros, y bien es cierto que no destaco precisamente por mi agudeza visual. Me cuenta que se dirige al embarcadero, y vuelve a sorprenderme.

-¿No te has percatado todavía de lo que sucede? ??? me pregunta sonriente al ver mi cara de asombro.

-No sé que decirte, princesa, ¿has empezado a fumar, o qué? – le respondo con ironía.

-Es el diluvio universal y Noé está haciendo la selección para su arca: Ya veo que tú no tienes salvación.

Al final caigo. Es el motivo por el que durante todo mi paseo me he cruzado con la más variopinta clase de personajes: el Cid campeaba por el parque de Ezkurdi, el ratón Pérez compartía sus churros con la ratita presumida, Epi y Blas caminaban junto a Peggy.

También he visto a fray Escoba y a unos aprendices de bomberos, al pirata Barbacana, y a Peter Pan. No faltan Astérix y su inseparable Obélix, Mafalda, Snoopy, los surrandis???

-¡Quita esa cara de ???pasmao??? y acompáñame! – casi me chilla Lila.

-Sin mi ???Txispi??? no voy a ninguna parte. Necesito tomarme un tiempo para decidir.

Vuelvo sobre mis pasos y antes de doblar la esquina corro tras la princesa. Me acompaña ya mi inseparable colega.

En unos soportales Don Carnal se magrea con Doña Cuaresma. Por delante de nosotros se apresuran unos pollitos con su gallina.

-¿Y cómo voy a hacer yo para ser uno de los elegidos por el patriarca?

-Dada tu afición a escribir y a imaginar, podrías transformarte en alguien – argumenta mi amiga.

-¡Claro que sí! ¡Qué tonto!, Seré Tintín y ???Txispi??? será Milú. Seguro que pasamos.

De frente se acerca un poli con su gorra. Va de duro. Escasa es la luz, pero exhibe unas gafas de sol de buena marca. Parece uno de aquellos desesperados de la comisaría del distrito 13. Se detiene y nos ruega que le indiquemos la dirección del varadero:

-Donde va Vicente???- no termina la frase la princesa.

-¿Opinas Cenicienta, que me dejarán subir al arca? ??? cuestiona el agente.

-Lo dudo, ¿se merece un madero librarse de este pertinaz aguacero? Además no me gusta hablar con gente a quien no puedo verle los ojos.

-Deduzco que mantienes tus rancios modales a pesar de la metamorfosis – intervengo afeándole su comportamiento a mi acompañante. Y dirigiéndome al uniformado le pido disculpas y nos despedimos.

Tras algún que otro rodeo para observar a toda la fauna candidata a navegante, llegamos a nuestro destino. Nos recibe la banda de música. ??sta seguro que se salva. Insoportable, cuarenta días y cuarenta noches sin música.

Comienza el embarque. Poco a poco va desfilando toda clase de bicho viviente. Desaparecen los músicos y sin embargo, un rumor cada vez más fuerte llega a nuestros oídos con los alegres acordes de ???La cucaracha???. ¡Los mariachis! A éstos les está reservado el mejor de los rincones en el arca, ¡seguro! Subimos bailando tras ellos y cuando acaban su canción no podemos evitarlo: nos asomamos a la borda y paraguas en alto gritamos:

-¡Zapata vive!

???/???

Cuando termine el diluvio, el domingo de pascua, los que creemos en nuestro país estaremos de vuelta en casa y colgaremos las ikurriñas en los balcones.

Para entonces, esperamos que la crecida de las aguas durante más de un mes haya barrido de la faz de la tierra al usurero ???Fagin??? y a sus secuaces, enfrascados en contar billetes y tasar joyas, sin haberse percatado de que no es lo mismo valor que precio.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.