Historia en pentagramas

Había otra manera de
contar la historia, hasta de volver a
vivirla en sus sonidos y
armonías, además
de escribirla en un libro o grabarla
en un vídeo, como suelen
hacer ahora.

El hall de Zelaieta presenta
estos días una
colección de
fotografías de
músicos y grupos musicales
que han puesto música a la
historia de Amorebieta-Etxano
desde 1940 hasta el 2000. Y los
vecinos, al recorrer la
exposición
fotográfica, reviven aquellos
sonidos, aquellos conciertos,
aquellas romerías.

Eran los años 1950,
Begoñako Ama había
salido a recorrer los pueblos de
Bizkaia, la banda fundada por
Nemesio Bikandi la
acompañaba en su visita a
Amorebieta-Etxano y a Lemoa.
También salía a
animar la Procesión del
Corpus, las de Semana Santa, la
fiestade San Cristóbal. Eran
tiempos de piedad y de
religión… pero
también quedaba tiempo
para salir a recibir al Athletic
campeón de liga.

Iban por derroteros menos
piadosos las bandas de txistularis
y trikitilaris, de ermita en ermita,
de romería en
romería. La pareja
inseparable de Kristo Txarterina y
Justo, Eduardo Egiarte, con las
voces de Felisa y de Juanita
Gorroño. A todas las
romerías, a bodas, a
despedidas de solteros… O bien
los Iñaki y Sabin Mezo, que
por cierto Iñaki llegó
a tocar su música hasta en
Melilla, donde le tocó la
mili.

Pero vinieron los años
1970, y la música
empezó a llegar con nuevos
formatos de ultramar, de todos los
sitios, y nacieron las orquestas y
orquestinas con saxofones, flautas,
clarinetes etcétera. Y
ahí estaban los conjuntos
Ibaizabal, los Brisas, los The
Bilmag, los Simbas, los
Creación Band, los Kemen,
los Lugartz con su pop-rock
urbano, los Cantamañanas,
los Exceso de medianoche…

La historia es un poco
más corta en el
capítulo de fanfarrias, que
al parecer no tuvieron mucho
arraigo entre los zornotzarras.

Y a medida que uno recorre
tantos grupos y solistas, le van
sonando las distintas
melodías de la historia de
un pueblo, pegadas a los muros de
las calles, a las campas de Bizkargi
o de Belatxikieta, a bodegas de la
Rioja, a fiestas de Los Arcos en
Navarra, a bodas, a despedidas de
solteros…

Pero no podía faltar un
capítulo más serio y
menos callejero, un capítulo
para la música
clásica, preferentemente
religiosa, o, ¿por
qué no? para los mejores
escenarios de Europa y
América. Y al fondo de la
exposición podemos
contemplar a la coral zornotzarra
cantando alrededor del
órgano parroquial, y a
organistas tan ilustres como los
carmelitas Pedro Mari
Duñabeitia, Libinio
Duñabeitia o el seglar
Zamalloa, o el actual organista
José Mari
González…

O bien a las violinistas Ana e
Idoia Uribarri actuando con la
orquesta sinfónica de
Bilbao, o en el mismísimo
Karneggie Hallen de la
mismísima Gran Manzana
de New York…

En fin, personas que amaron y
aman la música y los
instrumentos con los que la
interpretan, que nos hacen revivir
historias de épocas,
situaciones, personas. Personas
para las que los promotores de
esta exposición piden
“nuestro respeto y
admiración por dedicar su
vida a poner música a
nuestras vidas”.

Honorio Cadarso es periodista