Himno a la vida

Sigue viva, o quizá agoniza, la Semana Santa de los pasos procesionales y los actos religiosos multitudinarios, de los cines y espectáculos cerrados y los balcones y las banderas con crespones rojos.

Rebosa de salud y multitudes la otra Semana Nueva de las minivacaciones a la nieve o a la playa, de viajes a lugares típicos no muy lejanos.

Y mientras en la vieja Semana Santa desfilan haciendo la guardia al Cristo crucificado soldados de la Legión cantando “Soy el novio de la muerte” a coro, acompañados por cuatro ministros del gobierno de un país que se define en su Constitución como no confesional, los ciudadanos en su mayoría disfrutan a pleno pulmón de la alegría de vivir.

Aunque otros menos afortunados se limitan a acudir cada lunes a las puertas de su ayuntamiento a reclamar su parte en el festín de la vida…

Y mientras unos se cantan novios de la muerte y otros enamorados de la vida, un barco saudí que cargaba armas en Bilbao par las guerras de Oriente medio, declarado no grato, se va a cargar a Santander, y Cantabria lo declara también persona non grata… Unos/as por la muerte, otros/as por la vida.

Lo cierto parece ser que el Jesús asesinado en el Calvario soñó con instaurar para toda la humanidad un paraíso, en potenciar hasta el máximo el disfrute de la vida. Y desde este punto de vista, son los que disfrutan de la vida en estas minivacaciones, que la Semana Santa camina más que con los novios de la muerte y sus ministros/as con los que se toman la vida como una fiesta sobre las olas, sobre los esquís, sobre los paisajes más curiosos y bellos de nuestro alrededor.

¡Felices minivacaciones, amantes de la vida!

Honorio Cadarso es periodista