Gracias es una bella palabra para mí

La decimos poco y muchas veces casi sin darnos cuenta. En el mundo del yoga el agradecimiento es muy importante, agradecer la vida, el sol, los alimentos, la ayuda de las personas que nos facilitan la vida, que nos ayudan a mejora.

Pensamos que son nuestras amigas y amigos que nos halagan, nos hablan de lo mejor de nosotras y nosotros, son quienes más nos ayudan, pero quizá estemos un poquito equivocadas.

Los acontecimientos de los últimos tiempos han hecho que me acuerde de lo que un día me dijo un maestro que tuve: “La persona que te lo pone difícil, la que te hace pasar un mal rato, te enfada o te pone palos en las ruedas es tu mejor aliada en realidad y, por lo tanto, debemos darle las gracias. Por lo menos interiormente”.

Cuando me lo dijo por primera vez, en mi rostro se dibujó una sonrisa de incredulidad digna de lo ignorante que era en aquel momento. Con el tiempo he descubierto la verdad que había detrás de esas palabras. Quien te lo pone difícil te ayuda, sin quererlo, sin darse cuenta, a crecer como persona, a mejorar. A ser más fuerte y a desarrollar lo mejor de ti.

En los últimos tiempos he de dar las gracias a más de una persona que voluntaria o involuntariamente están ayudando a que crezcamos, nos hagamos más fuertes y saquemos lo mejor de nosotros.

Porque gracias a ellas hemos recordado qué nos trajo hace dos años a unirnos en un proyecto común y a llevar un año en las instituciones. El deseo de lograr una sociedad más justa y solidaria, donde las personas cuenten más que los resultados de un balance económico. El deseo de conseguir darle sentido a las palabras “servidor público”, haciendo que las instituciones y por lo tanto quienes las gestionan dejen de estar cómodas y cómodos en sus poltronas y actúen a favor de las personas, de todas.

Gracias a los acontecimientos que han venido sucediendo en los últimos tiempos hemos podido reafirmarnos en nuestros principios: hacer en lugar de aparentar, construir y proponer en lugar de desprestigiar y cooperar en lugar de competir.

Gracias a las palabras escuchadas en los últimos tiempos estamos aprendiendo a no escuchar “cantos de sirena” que nos desvíen del camino de abrir las instituciones, de acercar lo que sucede en ellas a las personas, de hacerlas partícipes. De trabajar por el bien común.

Gracias porque todo lo experimentado y vivido nos ayuda a darnos cuenta de que no hay negligencia o desconocimiento, que no hay que tener pena, que sólo se trata de un pensamiento diferente, ni mejor ni peor, diferente. Nos ayuda a darnos cuenta de que no hay que luchar contra una idea sino demostrar con el propio ejemplo la bondad de la propia.

Gracias por el impulso, la energía renovada para seguir trabajando y el reconocimiento aportado. Quizá me hubiera gustado que fuera de otra manera, pero seguro que no me habría ayudado tanto.

Aunque haya costado, gracias.

Concejala de Herriaren Eskubidea