Gastos extras

Por estas fechas muchas familias vamos a vivir, un vez más, la vuelta a las aulas de enseñanza de nuestros hijos. Una vez pasadas, en algún caso superadas, las vacaciones, miles de alumnos vuelven al colegio. Se plantean nuevos retos. Chicos y chicas que acudirán por primera vez y otros que iniciarán cursos cada vez más relevantes. Otros, mayores, ingresarán en la universidad o en ciclos educativos avanzados. En cualquier caso se abordarán importantes gastos extras en familias que no ven aparcados los tiempos de crisis.

No obstante son inversiones que se hacen con cierto agrado. Damos a nuestros hijos todo aquello que les vaya a ayudar para que probablemente tengan un mejor porvenir. Queremos que estén preparados. Es algo normal.

Al mismo tiempo darán comienzo también una serie de actividades extraescolares, como el deporte, o las clases particulares que se sumarán a unas jornadas escolares que terminarán por mantener a nuestros hijos allí donde queremos: enfrascados en el estudio y el deporte.

Nuestros bolsillos también notan este inicio escolar, con el pago de matrículas, libros, indumentarias… y las mencionadas actividades extraescolares. Particularmente  como padre, pero también como directivo de club, conozco el lado del que tiene que pagar o invertir por sus hijos tanto en el centro escolar donde estudian, como en las alternativas académicas y deportivas complementarias. Y también el lado de quien contribuye en la gestión de un club y cuyo funcionamiento no es viable sin la aportación económica de cada alumno-deportista.

En estos difíciles tiempos todas las fórmulas están ya casi tocadas. Comentaba no hace mucho tiempo un importante político en la comarca que buena parte del futuro de cada club deportivo donde se fomenta y apoya al joven pasará casi íntegramente por una mayor aportación económica de cada participante. Me exponía ejemplos y vistos éstos tenía al menos una buena dosis de razón. Si somos capaces de pagar 500 euros al año por dos horas semanales de una determinada asignatura extra (cosa que nos parece normal porque lo es), debiera de estudiarse la equiparación en la inversión que se realiza en actividades deportivas donde nuestros hijos son atendidos en una proporción de tiempo cinco veces mayor.

Las instituciones sufren también las consecuencias de la crisis y en Euskadi, al menos, a través de sus ayuntamientos, se están tratando de mantener subvenciones al deporte porque lo consideran un punto estratégico. Con esas ayudas se puede llegar a solventar las siempre precarias vidas de clubes que invierten mucha dedicación y trabajo en nuestros hijos.

Al fin y a la postre los clubes deportivos no sólo acometen esa función de fomentar el deporte entre los nuestros, también nos satisfacen con la organización y materialización de eventos a lo largo de todo el año. Vida para los hijos, para los padres y para cada pueblo. No es mala inversión. Quizás la mejor.

Joseba Barrenetxea es periodista y expresidente de la Sociedad Deportiva Amorebieta