El señuelo

Se me antoja a veces que la política y la pesca deportiva guardan una extraña similitud. Y no tan sólo porque, casi siempre, tengamos la sensación que los grupos políticos nos consideran como meros caladeros de votos, o porque, con cierta frecuencia, los veamos tratando de pescar con ventaja en las revueltas aguas en las que se debaten algunas formaciones en sus momentos más delicados.

Es una cuestión más compleja: de táctica y técnica. La táctica se sustenta en procurarse, tras un sigiloso, lento y casi imperceptible acercamiento al objetivo, una buena postura desde la que presentar el cebo. Consiste, en esencia, en que aquél no perciba la envolvente maniobra como algo sospechoso que vaya a alterar su equilibrio natural. Exige, además, contar con medios o equipos idóneos para tentar la natural tendencia del adversario de satisfacer sus necesidades vitales de supervivencia.

Pertrechados de esta guisa, es necesario haber desarrollado, muchas veces durante años, una especial habilidad para hacer derivar la línea por los lugares adecuados, en los momentos idóneos y a la velocidad óptima. Si todo el proceso se ejecuta correctamente, la captura se producirá, irremediablemente, siempre y cuando, claro está, haya especie que capturar.

Fíjense en la situación que me ha provocado esta esperpéntica reflexión. Es evidente que, puestos a pescar adeptos, el actual ejecutivo autonómico vasco cuenta, como cualquier otro ejecutivo, con posición y recursos más que suficientes para hacerlo con cierta comodidad. Ha sacado de su caja de brillantes señuelos la friolera de 557.675 euros, y los ha posado en medio de las organizaciones sindicales y asociaciones empresariales que han participado en la mesa de diálogo (o sea, entre CONFEBASK, C.C.O.O. y la U.G.T.), pasándolos por las narices del resto de agentes sociales, mayoritarios, por cierto, en este país, y ello pese a que la Oficina de Control Económico censure la falta de concreción de los objetivos que protege esta subvención.

Iniciada así la acción de pesca, se busca, en este caso y según parece, más que la captura y consecución, la compra, de una  “paz social” que, sin embargo, sólo podría existir, al margen del ideario de quienes ocupan responsabilidades de gobierno, mediante la incorporación al proceso de diálogo social de los sindicatos más representativos del territorio, ante los que se despliegan cientos de miles de euros que pueden ser suyos con sólo picar el anzuelo. 

Supongo que durante los próximos días se hablará, largo y tendido, tanto sobre la habilidad del pescador, como sobre la pertinaz resistencia que se les presupone a las capturas trofeo a las que persigue.