El colmillo de Lucifer

Cuenta la leyenda que cuando algunos ángeles se rebelaron contra Dios, tuvo tres paladines que salieron en su defensa ante Luzbel y Lucifer.

Puede que este último sea el más famoso porque debió ser el propio Dios vuestro señor quien de un manotazo le lanzó directamente al averno, aunque desde entonces vive más calentito pero sin uno de sus colmillos. Así es, le saltó de la bofetada que le propinó el jefe.

A la búsqueda de la susodicha pieza dental, la misma llegó a caer en manos de Tenacius quien la convirtió en una púa de guitarra, que a lo largo de la historia del rock-and-roll pasó por diferentes manos, diestras y siniestras, transformando en sonido brutal todo lo que tocaba: heavy metal, punk-rock, hardcore, etc., acompañado de letras incendiarias.

El rey del rock se contorsionaba de manera impúdica al tiempo que los patriarcas de comunidades religiosas condenaban ese tipo de bailes y prohibían a sus hijos acudir a las fiestas de amigos con ideas más liberales. 

Menear el esqueleto en versión diferente al clásico vals o baile de palacio fue cuestión no sólo de modernidad, sino de ejercicio físico y arte escénico, más allá del ballet clásico o las danzas populares, algunas de las cuales también fueron asociadas a rituales satánicos.

Desde Broadway hasta Las Vegas, pasando por Buenos Aires y su pecaminoso tango, la vida se convirtió en luz y sonido en una sociedad dominada por el mundanal ruido que perdurará mientras siga pasando de mano en mano el colmillo de Belcebú.

Hace escasas semanas fallecía el rey del glam y no ha pasado mucho tiempo en que nos dejaba otro de los grandes, aquél cuya sentencia “si Dios no te sirve, prueba con el rock and roll”, llenó de esperanza muchas vidas.

Pero no acaban aquí las diabólicas virtudes de la música ya que algunos investigadores han descubierto que transmite emociones habituales tales como la tristeza, el miedo o la felicidad. 

Y asegurar que escuchar tus canciones favoritas, mientras practicas un deporte competitivo, aumenta tu rendimiento y reduce la sensación de esfuerzo, quizás sea excesivo. ¡Hasta un 15% la resistencia al ejercicio físico intenso, si es rock o pop! Realmente infernal. 

Sobre esta última afirmación, si queréis que os diga la verdad, no puedo confirmar nada al respecto, aunque os puedo decir que cuanto antecede, está inspirado en hechos irreales ante una pantalla de televisión, visionando entretenido una película musical irreverente, mientras sudaba la gota gorda sobre mi bicicleta estática.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.