Abogada… y prostituta

Abogada… y prostituta, hostelera… y prostituta, gerente de hotel… y prostituta. Una exposición fotográfica en Andragunea refleja la triste realidad de las mujeres que optan por vender sus cuerpos para sobrevivir.

La muestra, titulada ‘Mujeres de vida alegre’, presenta la historia de prostitutas de diferentes países, Andrea, Maria José, Puri y Hellen, y ofrece sobrecogedores testimonios sobre la ruina que esta práctica ha supuesto en sus vidas y sus relaciones personales.

Tal y como se refleja en los testimonios recogidos en la web de la exposición www.mujeresdevidaalegre.org, se trata de profesionales que un buen día eligieron vender sus cuerpos, bien para sobrevivir o para conquistar su libertad. Otras fueron traídas del extranjero engañadas y se encontraron con que carecían de papeles y, por tanto, de posibilidad de desempeñar un trabajo legal.

Estremece el maltrato que reciben de los clientes. “Yo sé que los hombres van a lo que van pero no hay derecho que te estrujen los pechos como si fueran un balón de fútbol. Ellos no van con delicadeza, van a despedazar como si fuésemos un pollo”, lamenta la colombiana María José, licenciada en Derecho.

Fragilidad emocional

También conmueve su fragilidad emocional y psíquica. La gallega Puri, de 59, que empezó a ejercer para ayudar económicamente a su madre y después llegó a regentar dos restaurantes, reconoce que ha sido siempre alcohólica y que se ha drogado a menudo para abstraerse de la realidad. Asegura que el alcohol fue su fuerza, ya que “era incapaz de que alguien me tocara si no iba borracha”. Nunca tuvo novio ni pareja. Tuvo, en cambio, una “niña preciosa”, pero murió sífilis. Eso le “partió” e intentó suicidarse. Ahora, ya retirada, asegura que “nunca nadie más me volverá a tocar, mi cuerpo lo rechaza”.

La relación con su propio cuerpo es casi siempre una cuestión problemática para estas mujeres. “Cuando me estaba duchando no quería ni tocarme, estaba asqueada de mí misma”, relata, por ejemplo, María José.

La checa Andrea, gerente de hotel en su país, encarna los efectos de la violencia sexista que soporta este colectivo. Golpes de los clientes, de los chulos, de supuestos novios… “Me han dado muchas patadas, me han robado, me han golpeado mucho, hay hombres que llegan enfadados con su mujer y me llaman puta extranjera”, asegura esta mujer, que interpreta que “hay gente que piensa que no soy una persona, que soy un animal”, cuando “somos iguales que la gente que va a ver la exposición”.

400.000 en el Estado

La muestra está patrocinada por Médicos del Mundo, que desarrolla programas sanitarios y sociales con estas mujeres en nueve comunidades autónomas para prevenir enfermedades de transmisión sexual.

Según datos de esta organización, en el Estado 400.000 personas, casi en su totalidad mujeres y niñas se prostituyen; un 90% son inmigrantes y la inmensa mayoría se encuentra en situación irregular. Este negocio mueve 18.000 millones de euros anuales y se trata de una forma de esclavitud, recalca esta organización.

La exposición fue inaugurada ayer por la concejala de Igualdad, Goiztidi Díaz, y un representante de Médicos del Mundo, con motivo del Día Internacional contra la Explotación y Tráfico de Mujeres. Permanecerá abierta en Andragunea, plaza de Pinondo, hasta el día 5 de octubre.

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