Marmitako herria

Txomin de Amorebieta, además de buen pelotari y seductor, debió ser un chef de cocina como Eneko Atxa, y especialista en marmitako, a juzgar por la escuela que dejó en su pueblo en el que el sábado 22 de julio compitieron 222 cuadrillas por la txapela de campeones en este plato tan de aquí.

222 marmitas llenaron plazas y jardines, y un kilómetro de la ribera del Ibaizabal y otros tantos corros de comensales con sus mesas, sillas, menaje y sombrillas; en total más de 3.000 invitados. Como para figurar en el libro de los Guiness.

Perfecta la organización y la intendencia de Ametx y del Ayuntamiento. Es como si el banquete, la reunión en torno a una mesa, hubiese hecho de un pueblo entero una familia en harmonía. Porque dicen que la familia que se une para comer permanece unida… Y entre los participantes los había desde 14 años hasta 90, y de todos los continentes, sin distinción… Y la fiesta duró hasta el anochecer, cuando los servicios municipales retiraron el mobiliario de mesas y sillas.

Claro que toda fiesta tiene sus “daños colaterales”, sus detalles que desentonan un poco.

Porque en la laguna de los patos, para despejar la vista de un trozo en el que se iba a celebrar una exhibición de barquitos teledirigidos, a alguien se le ocurrió ordenar la tala de fresnos, y vegetación de ribera a matarrasa, con el consiguiente disgusto de los amantes de la naturaleza.

Porque un grupo de nativos entrado en años, a la salida del txupinazo, se metió con un moreno vendedor ambulante acusándole de haber robado un móvil, y un grupo de morenos se puso del lado del acusado, y acudió la guardia municipal y puso paz, y finalmente el acusador pidió disculpas y reconoció que había sido un error… Y todo eso ante una calle llena de gente.

Porque el personal se manifestó el segundo día de fiestas para protestar por la agresión sexual a una joven.

En fin… ya dice el refrán que al mejor escribano se le puede escapar un borrón…

Honorio Cadarso es periodista