La imaginación al poder

Existen personas que no han podido o no han querido tener una formación académica que les haya permitido ganarse la vida como a otros muchos y han buscado refugio en la política donde entre Ayuntamientos, Autonomías, Congreso y Senado hay un buen número de puestos de “trabajo” en los que las exigencias no van muy allá, como lo demuestran de manera constante altos cargos de la política a los que hacer una O tomado como herramienta un tubo les parece de una dificultad insalvable.

Concretamente, según los datos facilitados por el Ministerio de Política Territorial y Función Pública, son 73.197 los cargos políticos elegidos por los ciudadanos en España los que han encontrado además de poder cumplir su sueño de servir a la ciudadanía, un puesto de trabajo bien pagado donde –por fortuna– se dan escasos accidentes laborales.

Pero a la hora de mostrar la belleza de sus plumas, léase currículum vitae, aquellos que no lo han nutrido de manera regular, es decir, hincando los codos en estudios y trabajo, pues se los inventan apelando a la imaginación para ofrecer a sus potenciales votantes una imagen de preparación, laboriosidad y experiencia de aspecto atractivo por más que sea más falsa que el cuento de la Cenicienta. Y de eso tenemos ejemplos muy recientes llevados a cabo por personas que habían llegado a alcanzar puestos de relumbrón en la política española. Pero eso forma ya parte de la historia.

A la hora de vestir el muñeco para que tome un aspecto interesante, tenemos aquí ahora en Durango, cara a las elecciones municipales, un ejemplo paradigmático de los equilibrios idiomáticos que realiza un candidato a ocupar la Alcaldía del pueblo a la hora de presentar su historial académico y laboral. Fíjense Uds. el auténtico alarde que realiza la susodicha persona.

Formado en Derecho, manifiesta, (expresión que queda de aspecto aparente pero que está lejos de significar una Licenciatura o lo que es lo mismo, nada concreto o más claro todavía, nada de nada). Sigue la presentación diciendo que “he trabajado como topógrafo durante años” no diciendo si fueron uno o doce, aunque en verdad eso mucho no importa toda vez que su mérito estriba en que este hombre pasó de aprendiz en Derecho a profesional de la topografía saltándose una carrera de 4 años que es lo que les cuesta a los topógrafos alcanzar tal titulación, de modo que esa imaginativa pirueta no le ha quedado muy lucida.

Remata la faena el candidato con media verónica afarolada cuando manifiesta que “también trabajó en una multinacional española en su división sanitaria en el extranjero” no dignándose a decir ni de qué, ni cuánto, ni dónde, sin duda porque su fuente imaginativa ya no daba para más.

Con este bagaje compuesto de medias verdades y mentiras enteras, pretende este candidato tener suficientes méritos académicos y laborales como para sentarse en el sillón de la máxima autoridad municipal. Pienso que mejor haría seguir formándose en Derecho o hacerse con el título de Topógrafo, profesión que en un país como este en el que las infraestructuras nos privan, tiene muchas salidas, aunque como inconveniente se encuentra el que hay que trabajar. Pero bueno, todo no se puede tener.

Rafael Hidalgo