El oro cotiza a la baja

Este verano he disfrutado mucho viendo las Olimpiadas. Una fiesta histórica donde personas de todo el mundo compiten en multitud de deportes con la oportunidad de participaren un ambiente que, aunque competitivo, destaca por el afán de superación. También congratula ver a las mujeres abrirse un hueco con una participación bastante equilibrada en número de participantes y en logros conseguidos.

Me resulta gracioso recordar cómo un amigo al que le gustan las artes marciales se quejaba de que, a pesar de la espectacular campaña informativa que ha habido este verano, apenas podía disfrutar de ver competiciones de distintas disciplinas. Y es que, en el deporte, como en el mundo, siempre ha habido clases.

Un partido de fútbol de tercera regional siempre tendrá mas cobertura que un campeonato del mundo de…, bueno, de cualquier otro deporte. Y si la competición es masculina siempre tendrá más portadas y titulares que la femenina. Afortunadamente, creo que este “siempre” está cambiando, aunque mientras no veamos la Gabarra en la Ría por el Athletic femenino seguiré creyendo que todavía hay mucho camino por delante.

Lo que más me ha llamado la atención, de todas maneras, es comprobar cómo en otros ámbitos todavía hay mucho más camino por recorrer.

Creo que el lema olímpico oficial ‘Más rápido, más alto, mas fuerte’ resulta motivador, pero insuficiente para poder englobar a todas las personas que creemos que el deporte es una fuente de esperanza para la motivación personal y si nos olvidamos de que lo importante no es ganar sino participar

En septiembre se han celebrado (aunque mucha gente no lo sepa) las Paraolimpiadas. Una competición concebida a imagen de las Olimpiadas con la única diferencia de que los deportistas participan con algún tipo de discapacidad.

Bueno, en realidad, ésta no es la única diferencia, pero sí la más visible. Y si queremos un mundo más justo, creo que habría que empezar a pensar en todas esas diferencias. Un ejemplo claro es que, frente a la amplia cobertura de los Juegos Olímpicos, la de las Paraolimpiadas ha dejado bastante que desear. Durante varios días busqué y busqué información en los medios pero, en el mejor de los casos, las noticias en los periódicos y televisiones eran escasas. Por no decir casi nulas.

Que fuera así podría tener que ver con que nuestros deportistas no hayan tenido una especial relevancia, pero la realidad es que, mientras España quedó en decimocuarta posición en las Olimpiadas, en las Paraolimpiadas fue decimoprimera. Creo el puesto 11 es mejor que el 14, aunque a estas alturas no sé si lo tengo claro.

En la clasificación final, las 17 medallas de las Olimpiadas (7 oros, 4 platas  y  6  bronces) han tenido una repercusión mediática sin precedentes, mientras que a las 31 de las Paraolimpiadas (9 oros, 14 platas y 6 bronces) les han dedicado breves segundos en algunas televisiones y algún que otro artículo bastante escaso, a mi parecer.

Tal vez la cotización de los metales haya bajado el último mes y por eso las medallas conseguidas en septiembre valgan menos que las conseguidas en agosto. No sé. Tendré que estar más pendiente de la bolsa para ver si, con un poco de suerte, dentro de 4 años las Paraolimpiadas se planifican cuando el oro, la plata y el bronce estén al alza.

Me gusta dormir pero lo que más me gusta es soñar. Hace un tiempo oí hablar del Síndrome de Peter Pan: ese niño que se negaba a crecer. Muchas veces me siento identificado con él. Estoy convencido de que si sacáramos un poco el niño que llevamos dentro nos iría mucho mejor a todos.