Vivir muriendo

Pasó ya hace tiempo aquel dicho lapidario del “España va bien”. Lo han cambiado por el otro de “somos el país que más crece de Europa” o el recambio de “estamos reduciendo el paro a pasos agigantados”.

Y todo ello gracias a la reforma laboral.

Palabra de “gurús” de la política y de la economía.

Pero si uno pregunta en la calle, resulta que con sus tentadores espléndidos veintidós años y con toda la vida por delante, Nerea, Aintzane o Nekane, da lo mismo el nombre, trabaja de cajera en un supermercado muy prestigioso donde entró con un contrato de una semana; y cuando se le acabó el contrato le hicieron otro de un mes, y así sucesivamente.

A las tales Nerea, Aintzane, Nekane y demás, se les presenta por delante un porvenir halagüeño y despejado, ya pueden con este tratamiento profesional hacer planes: enrollarse con su chico, buscarse un piso, hasta ir a por un niño o niña, soñar con una jubilación dorada debidamente financiada por el Seguro…

¿Que cuántos trabajadores, que cuántos jóvenes tienen el porvenir así de risueño y prometedor como Nerea, Aintzane o Nekane?

En el mundo laboral y sindical se está produciendo una vuelta de tortilla. Hasta ahora eran los representantes de los trabajadores los que denunciaban los convenios colectivos y reclamaban un nuevo  convenio a tono con los cambios económicos que se hubiesen producido; ahora son las empresas las que los denuncian y proponen nuevos convenios que se acogen a la reforma laboral y aplican los consabidos recortes y la vuelta a las andadas en la reducción de contratos fijos, la ampliación de los horarios de trabajo, y otras zarandajas en beneficio de las empresas y perjuicio de los trabajadores…

Aumenta el número de personas por debajo del nivel de la pobreza, el número de niños mal alimentados que pasan hambre cuando se cierran los comedores de los colegios, el número de discapacitados a los que se les niega toda subvención… Y al mismo tiempo los ricos son cada vez más ricos y menos en número.

Y al mismo tiempo miles de africanos, sirios y gentes del Oriente Próximo metido en guerras y conflictos se lanzan en barquitos de papel al Mediterráneo, y se ahogan a cientos muchos de ellos, y miles de congoleños mueren en el tajo buscando el coltán y los metales raros que hacen funcionar nuestros móviles…Y en Bangladesh se confeccionan ropas para firmas de moda en edificios que amenazan ruina y se hunden a veces sepultando a miles de operarias bajo los escombros…

En este momento en que el progreso de la tecnología ha hecho posible que todos los seres humanos disfruten de un nivel mínimo de vida relativamente llevadero, la mayoría de los pobladores de los países ricos malviven en la inseguridad o el desempleo, y en el Tercer Mundo los mejor dotados se juegan la vida en el mar para llegar a Europa o se embarcan en viajes arriesgados para llegar a Estados Unidos, y los que no tienen suficiente coraje para hacerlo se mueren de hambre y de guerras en su país.

Algunos a eso lo llaman vivir, otros vivir muriendo…

Honorio Cadarso es periodista