
En ‘Los lunes al sol’, el cineasta Fernando León de Aranoa recrea las tragedias personales de un grupo de antiguos trabajadores de un astillero que está siendo desmantelado como consecuencia de la globalización y la especulación del suelo. Son ‘héroes’ sin capa que luchan por lo que consideran justo y que, al más puro estilo de algunos movimientos de parados en Francia, comienzan a organizar jornadas de lucha en defensa de sus derechos.
Han pasado casi dos décadas del estreno de esta película y, paralelamente, también acaba de cumplirse el tercer aniversario de las movilizaciones del Movimiento de Pensionistas, que en Euskadi han tenido especial relevancia. Fue el 15 de enero de 2018 cuando salieron a la calle por primera vez para denunciar el irrisorio incremento de un 0,25% en sus retribuciones que Fátima Báñez, –la entonces ministra del PP–, les había anunciado por carta.
“Gobierne quien gobierne las pensiones se defienden”. Y así ha sido. Con lluvia o nieve en las calles, se han concentrado los lunes al mediodía frente a alrededor de 70 ayuntamientos vascos y navarros para reclamar pensiones mínimas de 1.080 euros.
Tampoco la pandemia ha podido con su lucha. En pleno estado de alarma, ampliaron sus reivindicaciones para no dejar pasar la oportunidad de poner el foco en la situación de las residencias y exigir un cambio en el modelo de prestación de los servicios sociosanitarios.
Brecha de género en salarios
En Durangaldea, la marea pensionista ha sido especialmente reivindicativa en Durango y Amorebieta, municipios donde el lunes se organizaron manifestaciones para celebrar tres años de lucha en la calle “que han merecido la pena” y para certificar, al mismo tiempo, que el movimiento “sigue fuerte y con la misma ilusión” por ganar la batalla.
“Hemos demostrado que el sistema público de pensiones es sostenible y que hay recursos suficientes para mantener el poder adquisitivo de las pensiones”, quieren dejar claro antes de recordar que también han denunciado “la trama financiera especulativa que pretende convertir el sistema público en fondos privados”.
En cuanto a la brecha de género que hay en salarios y pensiones, aseguran que su objetivo es que desaparezca. “Seguimos trabajando con organizaciones sociales, de mujeres, de jóvenes y sindicatos que defienden pensiones públicas justas y suficientes, así como salarios y condiciones de trabajo dignos y servicios públicos universales y de calidad”.

