Salvadnos

Hace no demasiados años, todas las televisiones decidieron, más a regañadientes que de buen grado, dotarse de un Código de Autorregulación sobre Contenidos Audiovisuales, que se apresuraron a suscribir, asumiendo el claro compromiso de instaurar una elemental cultura ética en sus emisiones.

Parecía, con ello, que el propio sector era el que quería poner fin a una determinada manera de hacer televisión en la que el “todo vale” parecía haber triunfado sobre la calidad de los productos, en medio de la vorágine de una guerra de audiencias hasta entonces desconocida en un país que no había contado sino con un par de canales públicos durante décadas.

La escandalera y el cotilleo rancio y cutre se habían convertido en un negocio rentable para las televisiones. Y con la cuota de “share” por bandera, ciertos personajillos coparon las pantallas, todos los días, y, lo que es peor, a todas horas: mañanas, tardes y noches.

No es de extrañar pues que el Código de Autorregulación sobre Contenidos Audiovisuales que antes mencionaba, exija que todas las cadenas se comprometan, al menos, y cito literalmente la obligación asumida en virtud de su ratificación, a “proteger a los niños de contenidos perniciosos en televisión”.

A esto se suma, naturalmente, y para evitar que el marco de autorregulación se quedase en un mero brindis al sol,  el elemento coercitivo de rigor. Y fue la Ley General Audiovisual la que tipificó como infracción grave, sancionable con multa de hasta 500.000,00 euros, el incumplimiento del Código de Autorregulación sobre Contenidos Audiovisuales.

Todo esto viene a cuento porque da la impresión de que el hombre (y la mujer) son capaces de tropezar doscientas quince veces en la misma piedra, y, todo apunta a que los hombres (y mujeres) responsables del programa “SÁLVAME”, se afanan, especialmente, en ello.

Según “El Confidencial Digital”, la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones y Sociedad de la Información, estaría valorando la posibilidad de instruir un expediente sancionador contra “SÁLVAME” por la presunta comisión de 13 infracciones graves consistentes en emitir, en horario infantil, imágenes de “contenido pernicioso”.

Aun sin saber qué ocurrirá (en caso de que algo ocurra) con todo esto, lo que al menos me congratula, es que haya a quien se le ha pasado por la cabeza considerar que los gritos, insultos y las faltas de respeto y los signos de mala educación emitidos en una pantalla, deben considerarse como elementos de “contenido pernicioso” para los menores.

Por algo se empieza.

Jon Andoni Bengoetxea es abogado y presidente de la Cultural de Durango