Políticos y administradores de escalera

Esto de la política me recuerda, en
algunos casos, al trabajo de administrar una
comunidad de vecinos. Me suena que el
exlehendakari Ibarretxe, amante de las
metáforas, utilizó en alguna
ocasión un símil parecido,
aunque en mi caso tenga un significado
diferente que más adelante
explicaré. Lo estoy escuchando
también estos días de boca de
algún gurú-periodista, que
afirma que tal o cual político no vale ni
como administrador de escalera, de modo que
la asociación entre las dos ocupaciones
debe ser un asunto recurrente.

El economista Roberto Centeno, azote del
presidente del gobierno y encendido defensor
de reducir drásticamente el gasto
público (aunque no a costa de
servicios básicos), acusa a
éste de haber agigantado
irresponsablemente  la deuda del Estado
durante su mandato: “En solo tres
años Rajoy ha incrementado la deuda
total en 570.000 millones de euros, el 145%
del PIB oficial, equivalente al endeudamiento
de los 33 años de 1975 a 2008”,
asegura.

Con el desconcierto político que
percibo tras las últimas elecciones en
cuanto a posibles pactos, que el tiempo
dirá si cambian algo, me parece que,
si Centeno ha echado bien las cuentas, no hay
más alternativa que resignarnos a que
el partido o partidos que ocuparán el
poder lo gestionarán como un
administrador de escalera cuya
máxima preocupación es
aguantar como sea antes de traspasar el
‘marrón’ al siguiente. O,
en el caso de producirse una continuidad,
sacando el santo de turno en rogativa a la
espera milagrosa de un cambio de ciclo
económico.

Admito que la situación es muy
complicada y que habrá asuntos que
requerirán máxima reserva,
pero si las democracias occidentales adolecen
de algo es de falta de información
acerca de las actividades de los gobernantes,
lo que no parece tener remedio, al menos de
momento.

Todo lo que nos llega está filtrado
por unos medios que operan en connivencia
con los políticos poniendo el foco en
unas cuestiones y esquivando otras, de
acuerdo a los intereses de los mandamases de
turno. 

Mientras la desinformación y el
oscurantismo que ésta encubre sigan
siendo la regla, poco podremos hacer para
mejorar la calidad de la democracia sean
cuales sean las siglas que nos gobiernen.

Quizás la situación
sería otra si, como a los
administradores de escalera, a los
políticos se les exigiera presentar las
cuentas claras y detalladas, con las
explicaciones pertinentes, al fin de cada
mandato y antes de ir a votar.

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Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus