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Layun, recién llegado

Ha dejado en Senegal a su mujer y a su primer hija de siete meses Aminata, María en versión “olof” del norte del Senegal, y se ha venido aquí con lo puesto, y anda por las calles convidando al personal con calcetines, paraguas y otras baratijas. Se ha hospedado con otros tres paisanos en un piso, y entre los cuatro pagan 800 euros de renta, a 200 por barba.

Y mejor que no se queje del precio, porque los hay que están pagando hasta 400 euros al mes por el alquiler de una habitación… Busca un alquiler más barato, le gustaría empadronarse y conseguir un trabajo, y empezar a mandar dinero a su mujer y a su niña Aminata-María.

Su historia es la de cientos y miles, de los que Gorka Moreno, director del Observatorio vasco de la Inmigración Ikuspegi, declaró este domingo en un diario de Bilbao que “si no llegamos a tener inmigración en los últimos años la población vasca habría caído por debajo de los niveles de hace veinte años”.

O sea que aseguran un nivel de población suficiente en Euskadi, cubren la falta de cuidadores de ancianos por sueldos ridículos y muchas veces sin seguro de ninguna clase, trabajan de empleadas domésticas en condiciones parecidas, etc. Ellos mismos dicen que “la gente dice que necesitan que vengamos a Euskadi, pero una vez aquí nos tienen tres años en el limbo”.

El caso es que los entendidos aseguran que por ley, los ayuntamientos están obligados a empadronarlos si lo solicitan. Pero al parecer no se cumple esa obligación, y se pasan equis meses o años “sin papeles”, sin nombre propio ni domicilio ni buzón de correos, sin nada.

Con mucha suerte llegarán a conseguir una carta de trabajo y figurar en la plantilla de una ETT, que los llamará a trabajar tantos días y horas como se lo pidan empresas de fundición y de trabajos de peonaje.

Layun nuestro personaje de hoy, es senegalés. Pero los hay también chinos, nicaragüenses, bolivianos, colombianos, marroquíes, de muchos países…

Una mínima cortesía, un mínimo agradecimiento, debería empujarnos a acogerlos como a seres humanos, a ayudarles a integrarse y a disfrutar los los derechos de cualquier ciudadano.

Nobleza obliga.

Honorio Cadarso es periodista

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