Las urnas

Uno que siempre se ha sentido imbuído por el espíritu de la  contradicción y la utopía, agradece haberse leído algunas publicaciones interesantes de Chomsky, Víctor Alexandre, Bernard Thomas y varios más, para entender así las apasionantes y azarosas vidas de Durruti, Lucio, Isaac Puente o la banda de Bonnot.

Resulta difícil desconectar del mundo a no ser que uno se encierre dentro de una urna de cristal cual delicada orquídea, y así, al igual que nos racionan a jornada de fútbol televisivo a cualquier hora del día desde el lunes hasta la medianoche del domingo, durante las últimas semanas o incluso meses, nos han masacrado con gases “referendemoníacos” a diestro, centro y siniestro.

Mientras mantenemos intactos los ideales juveniles, tomamos partido por proyectos que resultan ilusionantes, novedosos, atractivos y hasta arriesgados.

En mi caso, que no será el único, después de caminar, desandar y vuelto a andar por caminos trillados, porque hasta hace poco estaba todo inventado excepto internet, decido que la única patria en la que he creído merecer refugiarme es el ciclismo, sin importarme un ápice los colores del maillot.

Sin lugar a dudas existe un apreciable talud entre las trepidantes aventuras de unos personajes de carne y hueso que se jugaban la vida, y la cruda realidad de la mayoría de la gente corriente. El boquete es tan importante como las diferencias ideológicas que nos transmiten machaconamente desde los medios de comunicación. Al final es como decantarte por el Real Madrid, el Barcelona o el Athletic. Cada loco con su tema, que contra gustos no hay disputas, o sí, a pesar de Joan Manuel Serrat.

Cuando miro hacia Catalunya, en lo profundo del pozo intuyo que prevalecen aún ciertos valores y el espíritu de aquellas 3/4 partes de trabajadores afiliados al sindicato CNT, que existían en los días previos a la rebelión militar de 1936, si bien en esta ocasión se encuentran atrapados en una de sus propias contradicciones al asumir como propio que “si votar sirviera para cambiar algo ya estaría prohibido”.

Visto lo visto y oído lo oído, mi espíritu de la contradicción es más fuerte todavía y por lo tanto os invito al recelo cuando, en su deseo de garantizar la cercanía a la ciudadanía, la policía municipal se persone en vuestro domicilio con una urna para que depositéis vuestro voto. ¡Lagarto, lagarto!.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.