La triste historia de los peajes incongruentes

Algunas veces, para explicar de forma comprensible lo incompresible de algunas políticas, es preciso acudir a un relato que ejemplifique de forma sencilla lo que se pretende explicar.

Así pues hoy voy a contar la historia de Andoni y Nekane. Nuestros personajes de ficción son una pareja residente en Elorrio, a los que las circunstancias laborales les han situado en puestos de trabajo fuera de su querido municipio.

Andoni trabaja en una empresa de mecanizado en Zamudio y Nekane lleva años desarrollando su actividad como medico en el hospital de Mendaro. Ambos se ven obligados a utilizar el coche para acudir a sus respectivos puestos de trabajo, ya que la ubicación de éstos hace que les sea imposible acudir a los mismos utilizando el transporte público.

También son usuarios de la Autopista desde que Andoni se vio involucrado en un accidente en la nacional, que le costó tres meses de baja, un coche nuevo y el susto de su vida. Por supuesto, el transporte en esta familia supone un importante “paquete” a restar de los ingresos mensuales, ya que al gasto en carburante, mantenimiento y depreciación de los dos coches hay que sumarle los importes de los peajes.

Andoni abona 95,92 euros por el recorrido Iurreta-Erletxe durante un mes medio de 22 días laborables. En el caso de Nekane, recorrer Gerediaga-Elgoibar cada mes le supone otros 105.16 euros mensuales. Aunque tienen claro que este gasto deben asumirlo en interés de su propia seguridad, a ambos se les revuelven las tripas cuando “sacan” cuentas de lo que les supone la autopista año tras año.

Cuando se abrió al tráfico la Gerediaga-Elorrio, Andoni y Nekane pensaron que era una magnífica noticia. Por fin se libraban del pesado y peligroso tramo Elorrio-Durango de la carretera nacional y el lento paso de los semáforos de Abadiño.

Así, cuando utilizaron por primera vez la nueva autovía (que además era gratuita), Nekane llegó a casa encantada, casi maravillada. Llegó de Elorrio a Gerediaga en un “suspiro” y a Mendaro, mejor y más relajada.

Pero Andoni no estaba tan contento. La autovía bien, pero llevaba todo el día dándole vueltas a dos cifras: 3 kilómetros, 90 céntimos. ¡Maldita sea! Como la autovía le “incrustaba” en la AP8 en Gerediaga tendría que pagar 40 euros más al mes. ¡Joder con los tres kilómetros!, no paraba de repetir.

La cosa cambió cuando Manu, un amigo de la cuadrilla, les comentó que no hicieran mala sangre. Que aquello no era para siempre. Que en enero de 2017 se ponía en marcha la tarifa plana del peaje en Bizkaia, y que en vez de pagar los 135 euros que se le “venían” encima todos los meses, no pagaría más que un máximo de 30 euros cada mes.

La verdad es que a Andoni se le relajó un poco el nervio, pero cuando más tarde, a la noche, Nekane soltó aquello de “¿Y yo qué?”, se dio cuenta de que el recorrido en territorio guipuzcoano no está cubierto por ninguna modalidad de tarifa plana y de que tendrían que seguir abonando esos peajes. Nekane trabaja a la misma distancia y viaja por la misma autopista pero es vizcaína en Gipuzkoa.

Esto les llevó a la reflexión de que a los guipuzcoanos que desde hace tiempo disfrutan de un sistema de “tarifa plana” les ocurre lo mismo cuando utilizan la autopista en Bizkaia.

La historia de Nekane y Andoni es simple, y su reflexión sencilla, pero tiene un calado de consideración porque de esa realidad se derivan cuestiones a las que desde la gestión política hay que dar respuesta.

Es por ello que yo mantengo que para iniciar el recorrido de esa gestión política es imprescindible la puesta en marcha de una “Tarifa Plana para todo Euskadi YA”.

Alberto Uriguen