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La polémica del velo

¿Debe prohibirse el velo musulmán? Pocas cuestiones suscitan tanta controversia. Y casi nadie se atreve a dar un ‘sí’ o un ‘no’ categóricos. Porque inmediatamente surge una nueva duda: ¿Todos o sólo aquéllos que cubren totalmente el cuerpo y el rostro de las mujeres, como el ‘niqab’ y el ‘burka’?

El debate recorre Europa, desde que Francia lo inaugurara en junio de 2009. Fue a instancias de un diputado comunista y, como primer paso, se constituyó una comisión plural con representantes musulmanes –incluida una mujer con ‘niqab’–. Tras estudiar largamente el asunto, ese órgano dictaminó que había que prohibir el velo integral en determinados espacios públicos, incluidos los transportes colectivos. El proceso desembocó en un ‘Proyecto de ley que prohíbe la ocultación del rostro en el espacio público’. Así se titula exactamente la norma que tramita la Asamblea Nacional francesa, en un intento de evitar que suene a discriminación religiosa.

Y es que, como han señalado algunos expertos a propósito de las iniciativas anti-velo que han comenzado a impulsarse en el Estado español, las restricciones al uso de esta prenda pueden afectar a, al menos, tres derechos fundamentales: la libertad religiosa, la libertad de opinión y la libertad de movimientos.

Precisamente, para descartar cualquier sospecha de liberticidio, la medida se justifica por doquier en razones de seguridad. Pero resulta que los juristas de nuestro entorno dicen, a raíz de la prohibición del uso del velo integral en los espacios públicos aprobada en Lleida capital y que se estudia en otros municipios, que la legislación vigente ya dispone de mecanismos que obligan a mostrar el rostro por razones identificativas.

Frente a estas opiniones garantistas, se sitúan partidos de izquierdas y corrientes feministas, que claman por la prohibición del velo por tratarse de una imposición sexista. Subrayan que el Corán nada dice de estas vestimentas y que su uso ha sido instigado por las corrientes más integristas del islam.

Comparten la misma opinión representantes de las facciones moderadas de esa religión. Pero, a diferencia de éstos, algunas jóvenes nacidas aquí, hijas de musulmanes, que portan estos atuendos y están integradas en sus medios respectivos, aseguran que se trata de un símbolo de identidad y autoafirmación religiosa. Y añaden que les protege de las ‘miradas’ masculinas, de modo que con el velo dejan de ser ‘un cuerpo’ para ser ‘personas’.

Las defensoras de los derechos de las mujeres en el mundo musulmán, en cambio, rechazan el velo categóricamente. Pero combaten con igual ardor las críticas occidentales al pañuelo, en su referencia al machismo, ya que creen que los cánones de belleza que la cultura occidental impone a sus mujeres y que llevados al extremo acaba convirtiéndolas en ‘objetos’ constituyen otra suerte de ‘burka’.

Hay mediadoras culturales que entienden que es difícil determinar si alguien porta el velo por imposición o por voluntad propia y que un problema mucho más acuciante que la vestimenta es que las mujeres que visten ‘niquab’ o ‘burka’ desconocen el idioma local, lo que impide su integración cultural y frena su capacidad de decidir libremente sobre ésta y otras cuestiones.

Otras opiniones inciden en que todo este planteamiento es más bien producto de la ignorancia y del miedo al islam en Europa, donde residen 15 millones de musulmanes, temor reforzado por el estigma que arrastra esa religión tras los atentados del 11-S y del 11-M.

A la vista de perspectivas tan variadas, lo único que parece claro es que, en el Estado español, esta polémica no responde a un auténtico problema social y que, en consecuencia, resulta precipitada. Quizás Francia, donde la inmigración musulmana es antigua y muy numerosa, tenga motivos para intentar una adaptación social, sí o sí, por la vía legislativa. Pero en Cataluña, donde el tema está en estos momentos al rojo vivo, se aprecia un tufo electoralista y bastante oportunismo. No hay más que ver quiénes están azuzando la bandera del prohibicionismo: Plataforma Per Cataluña, que tiene en la xenofobia su razón de ser, y el PP, que pinta poco en esa comunidad autónoma.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia

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0 Comentarios

  1. josele

    entiendo que haya que respetar otras culturas, lo que no entiendo tanto es que no en su caso no ocurra lo mismo. la integración es básica

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