La importancia de los referentes

Las personas necesitamos referentes en nuestra vida. Nos sirven de inspiración en aquello que hacemos y nos alientan en las dificultades. Pueden cambiar con el tiempo y ser diferentes en cada parcela de nuestra existencia. Teniéndolos como modelo e imitando su proceder podemos llegar a parecernos mucho a ellos. O a ellas. Aunque tras más de un siglo de luchas intensas para erradicar el sexismo, los cánones femeninos siguen estando devaluados.

Quienes manejan los hilos del poder son conscientes de esto. Yo, que estudié durante toda mi niñez en colegios católicos, en pleno apogeo del nacionalcatolicismo franquista, tenía como ejemplos a los santos y santas. La Transición me pilló en plena adolescencia rebelde, rompió aquel empacho de misticismo con aroma de alcanfor, empedró mis carpetas escolares de símbolos diferentes a la cruz y cambió el signo de mis intereses. De haber durado más el dictador, quizás no habría conocido otra cosa y, a falta de héroes y heroínas diferentes a los mártires, quién sabe si no habría acabado en una orden religiosa, que es lo que hicieron muchísimas antes que yo. A partir de entonces, roto su monopolio educativo en todos los ámbitos de la sociedad, la Iglesia no puede parar su debacle numérica.

Los políticos también saben manejar nuestra necesidad de aprender imitando. Por eso se ocupan de que las industrias culturales a su servicio perpetúen los modelos sexistas más retrógrados. Actualizados, eso sí.

Ahora, los modelos tradicionales femeninos y masculinos no nos los transmite Pilar Primo de Rivera en el NO-DO, sino Amaral, Melendi???, las películas románticas americanas con los actores y actrices más de moda, o best sellers como ???Cincuenta sombras de Grey???. Todo muy moderno.

Este extenso preámbulo introduce el tema del que realmente quería hablar: el éxito de la huelga del personal de la limpieza viaria de Madrid. La plantilla y sus sindicatos, con heroica resistencia, han conseguido evitar draconianas reducciones del 40% en salarios de 1.000 euros, además de 1.640 despidos.

Evidentemente, el tema se le ha escapado de las manos a un PP que se encargó muy mucho de que la última huelga general española fuese un fracaso y, como cualquier partido u organización que gestiona algún resquicio de poder, sabe bien cómo mantener a la población paralizada por el miedo. Todo para que no cundan ejemplos de resistencia y valor que, como sabemos y he explicado más arriba, son contagiosos. En esta línea iría también el severo correctivo que se quiere imponer a los autores del ‘tartazo’ a Yolanda Barcina, a quienes se le acusa de agredir a una institución.

Pues bien, en este contexto de desmoralización colectiva, de falta de espejos en los cuales reconocernos, de temor y resignación, la hazaña de estos trabajadores y los sindicatos que los representan (no hay victoria de los unos sin los otros) supone, como bien se ha dicho estos días, que hay alternativas a los recortes, a las privatizaciones, a los despidos, a la renuncia y al sometimiento. Desde este momento se puede mantener que no es cierto que no haya nada que hacer ante lo que estamos padeciendo.

Mertxe Arratibel es periodista en andra.eus