La Euroliga Femenina, a la contra del AS

Se me ocurren muchas formas de empezar este artículo y casi todas me llevarían al insulto visceral hacia los miembros de la FIBA que han decidido que la próxima temporada en la Euroliga Femenina se cambien las equipaciones habituales de baloncesto por otras en las que obligan a las jugadoras a llevar ropa ajustada y pantalones que lleguen como máximo a los 10 centímetros por encima de la rodilla.

Optaré por la versión en la que no falto a nadie pero en la que ellos mismos se descalifican y califican.

Vamos a ver. Lo primero que debemos de pensar es que estamos hablando de deporte y para la práctica deportiva lo que se tiende a buscar en lo que a equipaciones se refiere es la comodidad, que sea transpirable, ligera y demás historias que venden los fabricantes. Obviamente la estética, con bonitos diseños, es importante pero esto último no puede primar sobre el resto.

Con la Euroliga Femenina los de FIBA han decidido saltarse todo esto a la torera y por decreto han decidido que lo importante es vender… ¿sexo? Esto sé que suena muy fuerte pero lo explico. Poner a unas jugadoras ropa ajustada para marcar sus curvas ¿tiene alguna otra finalidad que no sea la de excitar a los espectadores? La mayoría de las jugadoras no quieren este tipo de ropa, no se sienten cómodas y sobre todo no son libres de elegir y consensuar cómo quieren vestir.

Pero, ¿y si estoy equivocada? Pongámonos en el supuesto de que esta ropa ajustada sea más una maravilla jugar con ella. Si efectivamente los de FIBA consideran que es por cuestiones de comodidad… ¿por qué no vemos en la Euroliga, a Diamantidis, Navarros y compañía marcando paquete con mallas en lugar de pantalones largos?, ¿por qué no lleva Sergio Llull camiseta tipo licra marcando abdominales? Oye que al público femenino y gay también gusta de ver cuerpos bonitos y esculpidos…

El objetivo que está detrás de todo esto es que vaya más público a las canchas para ver baloncesto femenino, entiendo yo, ¿no?, pues les digo una cosa señores de FIBA no quiero ni a un solo espectador que vaya a un partido de baloncesto femenino para ver cuerpos y no disfrutar de este deporte…, es más, a este tipo de gente los pondría otros tantos adjetivos nada bonitos y para ese tipo de cosas ya está internet y las revistas porno. Es más, se creen los europeos más listos que nadie. Señores, si realmente eso vendiera más, ¿no lo hubiera asumido ya la WNBA?, en Estados Unidos entienden como pocos la importancia del marketing. ¿Y acaso las canchas de voleibol femenino están a rebosar por el hecho de llevar sus jugadoras una ropa más ajustada?

Pero más allá del cuestionable valor en cuanto a comodidad deportiva que pueda ofrecer la ropa ajustada, y la discusión moral que pueda generar “vender sexo”, creo que se debe ir más allá y pensar que flaco favor estamos haciendo para luchar contra enfermedades que pueden llevar a la muerte como la bulimia y la anorexia. Casi todas las mujeres tenemos nuestros complejos físicos, tanto adolescentes como más maduras y las equipaciones ajustadas pueden ponerlos más en evidencia en algunos casos.

Tampoco podemos olvidar que estas jugadoras son ídolos para muchas niñas y bombardearlas con estereotipos también en el mundo del deporte y de baloncesto no creo que sea lo más oportuno. Es más, puede generar un rechazo para niñas que no poseen cuerpos ‘10’ querer llegar a una elite que además de requerirle ciertas destrezas, ahora también le exige una apariencia física.

Genial señores de FIBA (si ha habido una mujer en medio de dicha decisión me defraudaría enormemente mi compañera de género), han vuelto a tomar una decisión pensando con… Claro que otros están felices, en concreto los del AS, que ahora tendrán mucho más material para su contraportada -que como mujer me resulta denigrante-. Pues eso, la Euroliga Femenina ya se ha hecho un hueco en nuestra prensa, en concreto en la contraportada del AS, y no porque el Halcón Avenida de Salamanca se haya convertido en campeón sino porque veremos a las estrellas del baloncesto marcando curvas. 

Naia Fernández es periodista