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La barbarie de la ignorancia

Resultan altamente preocupantes las cifras que el Instituto Nacional de Estadística ha dado a conocer como consecuencia del Estudio realizado en el año 2019 en relación con el nivel de formación de la población adulta (24 – 65 años) actual. El porcentaje de adultos en el año 2009 en posesión de estudios de nivel inferior o equivalente a 1º y 2º de Educación Secundaria, era del 48,4%.

Atendiendo a los datos que se derivan de las últimas investigaciones realizadas en el año 2019, diez años más tarde, lo cierto es que no ha sufrido modificación importante alguna puesto que el porcentaje de adultos que a fecha de hoy están en posesión de estudios de nivel inferior o equivalente a 1º y 2º de la ESO arroja un escalofriante 38,7%, (41,7% en hombres y 35,7 en mujeres).

Por otra parte, solamente el 22,7% de la población adulta (22,5% de hombres y 23,0% de mujeres entre los 24 y 65 años) está en posesión de estudios equivalentes al segundo ciclo de Educación Secundaria. En definitiva, si sumamos el porcentaje correspondiente de la población adulta con nivel de formación inferior o equivalente a 1º y/o 2º de la ESO, (38,7%) con aquel que corresponde a los adultos en posesión únicamente de 3º y/o 4º de la ESO, (22,7%), nos encontramos con que el ¡¡¡61,4%!!! de la población adulta (edades entre 24 y 65 años), en el mejor de los casos solo tiene un nivel de formación equivalente a 3º y/o 4º de la ESO. De todo ello se infiere que el nivel de formación de la población adulta (24 a 65 años) durante esta última década en el estado español solo ha mejorado un raquítico 1% anual, lo cual muestra la extrema carencia de formación y los profundos niveles de incultura existentes en gran parte de la población adulta.

En lo que a franjas de edad se refiere, los porcentajes de hombres y mujeres en edades comprendidas entre los 24 y 34 años en posesión de un nivel de formación equivalente o inferior al primer ciclo (1º y 2º) de Educación Secundaria es de 35,5% y 24,8% respectivamente.

Devastación académica

Por su parte, el 30,2% de la población comprendida en la franja de edad de 24 y 34 años, carece de estudios de Bachiller, lo cual refleja sin duda alguna la gran devastación y ruina que asola nuestra realidad cultural e intelectual. Solo un 38,6%, de la población adulta entre los 24 y los 65 años está en posesión de titulación universitaria. Los datos anteriores nos presentan un mapa aterrador por la devastación académica, la indigencia intelectual y la barbarie de la ignorancia que padecen nada menos que dos terceras partes de la población adulta. Datos sencillamente estremecedores.

En lo que a Euskadi respecta, los resultados que se derivan del estudio realizado por el Instituto Vasco de Estadística en el año 2019 que analizaba un universo de población de 16 y más años, solo un 22,4% está en posesión de titulación universitaria; un exiguo 10,6% tiene ciclos formativos de grado superior; y en FP elemental y media, el porcentaje de ambos asciende al 8,4%.

Resulta altamente preocupante observar que únicamente un 21,5% de la población tiene estudios equivalentes al segundo ciclo de la ESO y que solo uno de cada tres personas (32,5%) está posesión de estudios primarios. Si además añadimos que el 4,6% no ostenta formación alguna, se infiere que el nivel de formación del 58,6% de la población vasca de 16 y más años equivale al segundo ciclo de la ESO o inferior. Aterrador.

El nivel de formación de toda sociedad refleja su salud intelectual de manera que bajos índices de formación como los que se derivan de los estudios anteriormente mencionados, conllevan exigua libertad de pensamiento puesto que quien carece de formación depende en gran medida del juicio de los demás. Así de triste y real.

Analfabetismo funcional

Se demanda libertad de expresión si bien en ausencia de libertad de pensamiento por carencia de formación y analfabetismo funcional, de nada sirve. Cada persona es en la vida el resultado de sus pensamientos dominantes y salvo que se disponga de sólida formación, es iluso aspirar a tener libertad de pensamiento.

Poco se ha avanzado en la formación intelectual de la inmensa mayoría de la población durante los últimos cinco lustros. La educación, definitivamente, no interesa. No interesa porque supone esfuerzo, dedicación, constancia, trabajo, reflexión, disposición de ánimo, disciplina, planificación y constante superación, lo cual, utilizando argot juvenil, no mola y tampoco tiene predicamento en una sociedad desahuciada intelectualmente porque, desgraciadamente, el alma vulgar, netamente antiintelectual, sabiéndose vulgar y sin formación alguna, tiene el denuedo o la poca vergüenza de afirmar el derecho de la vulgaridad y, además, lo impone o al menos lo pretende, amparado por la falsa premisa de que “democracia” significa, como decía Isaac Asimov en la revista Newsweek, que “mi ignorancia vale tanto como tu conocimiento”.

Vivimos en una sociedad en la que quien no es como todo el mundo, corre el gran riesgo de ser eliminado. La sociedad está abotargada, dependiente de la televisión, consumidora de programas basura con elevados shares de audiencia, dirigida por influencers por falta de criterio y formación. Los datos cantan: el consumo televisivo medio de la población entre 24 y 65 años asciende a 4,6 horas diarias. El consumo diario medio de lectura de quienes tienen hábito lector: escasamente 1 hora. Aterrador.

Deseo mencionar a Jesús Quintero, excelente periodista, quien hace ya más de veinte años realizó un extraordinario monólogo en su programa radiofónico de medianoche ‘El loco de la colina’. Su monólogo tiene plena vigencia a pesar del tiempo transcurrido. Transcripción literal:

“Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza. Nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida; de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura, o que exija una inteligencia mínimamente superior a la del primate. Los analfabetos de hoy son los peores porque en la mayoría de los casos han tenido acceso a la educación. Saben leer y escribir, pero no ejercen. Cada día son más y cada día el mercado los cuida más y piensa más en ellos. La televisión cada vez se hace más a su medida. Las parrillas de los distintos canales compiten en ofrecer programas pensados para una gente que no lee, que no entiende, que pasa de la cultura, que quieren que la diviertan o que la distraigan, aunque sea con los crímenes más brutales o con los más sucios trapos de portera. El mundo entero se está creando a la medida de esta nueva mayoría, amigos. Todo es superficial, frívolo, elemental, primario, para que ellos puedan entenderlo y digerirlo. Esos son socialmente la nueva clase dominante, aunque…siempre será la clase dominada, precisamente por su analfabetismo y su incultura. La que impone su falta de gusto y sus morbosas reglas. Y así nos va a los que no nos conformamos con tan poco, a los que aspiramos a un poco más de profundidad.”

Nivel de lectura

El nivel cultural de una sociedad se refleja en su nivel de formación y de manera especial en su nivel de lectura, porque quien no lee no sabe escribir ni pensar.

Los datos cantan nuevamente: el 31,5% de los encuestados manifiesta no leer nunca un libro; el 17,6% solamente lee una/dos veces por semana; el 12,6% lo hace alguna vez al mes o al trimestre y el 6,3% solo lee por cuestiones de trabajo y/o estudios, nunca en tiempo libre.

Si a ello sumamos que son solo 11 libros anuales (menos de un libro/mes) los que, de media, leen quienes tienen cierto hábito lector, (32,4% de la población), ha de concluirse que la cultura y la formación no interesan lo más mínimo.

Es fundamental formarse intelectualmente y fomentar, impulsar, promover y transformar todas nuestras capacidades y, concretamente, la habilidad lectora. No hacerlo supone obstaculizar el desarrollo personal, acomodarse en la mediocridad y abrazar la ignorancia.

Gorka Aurre es licenciado en Derecho, Neurotrainer y Experto en Desarrollo Intelectual

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2 Comentarios

  1. Evaristo

    Me he perdido entre tanto porcentaje.
    Los valores de una persona no se miden por sus títulos académicos.
    Puedes ser tener una licenciatura en derecho o ser doctor honoris causa de la Universidad de Yale y al mismo tiempo ser un perfecto idiota.
    Por lo demás, totalmente de acuerdo.
    Ya lo dijo el gran Groucho: “Nadie había hecho tanto por la cultura como la TV. Cada vez que la ponen en mi casa, me voy a mi habitación a leer un buen libro” ?

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