Flashes mujerables

Una gran verdad en boca de Jack London, amante de la Naturaleza y los retos difíciles, es aquella en la que afirma que el hombre se distingue de los demás animales por ser el único que maltrata a su hembra.

Si el romanticismo y el feminismo están reñidos, uno comienza a entender muchas actitudes que se dan a su alrededor y esto incluye, obviamente, al sexo masculino.

Pasado de moda el primero, ¿se entendería un aumento del segundo a causa de la alarmante progresión del machismo? ¿A menos romanticismo, más machismo y más feminismo?

Existen mujeres que se quejan de que nunca hacen lo que quieren hacer. A renglón seguido afirman hacer lo correcto, y dicen que eso era lo que querían.

Sin embargo, algunas ya hablan de los hombres como seres humanos. Más aún: sienten un poco de compasión y ven que es muy difícil ser un hombre.

Cabría matizar que en este comentario no se está dando imagen y significado habituales al sexo masculino. Hagamos una diferencia entre varón y macho, acepción ésta última que el Sr. London no aceptaría para definir por igual al homo sapiens y al resto de la fauna mundial. Una paradoja más de la vida, porque dicho queda que el comportamiento humano no siempre es como para dar ejemplo a los animales.

Las mujeres se preocupan más por las relaciones personales y su conexión con la vida es mayor, tienen más sentido común que el hombre y son capaces de subordinar su inteligencia al sentimiento, sin que ello tenga que parecer un síntoma de debilidad, más bien al contrario. Como alguien bien dijo: “las mujeres son unos maravillosos seres intermediarios entre la Humanidad y los hombres”.

Tengamos la orientación que tenga nuestra estrella, no debemos poner el autobús delante de la portería para que impedir que nos metan un gol, porque nadie puede asegurar nada sobre sentimientos y emociones. Tampoco debe importarnos un ápice después de saber que las mujeres eyaculan y los hombres pueden tener orgasmos múltiples.

La vida es como una caja de bombones, que decía Forrest. Con lo que sea que nos toque, la importancia reside en el respeto mutuo y eso significa tenerse y cuidarse. O sea, practicar el romanticismo día a día.

Agustín Ruiz Larringan, herritar aktiboa.