Filántropos o…

La Agencia Europa Press
informaba recientemente de que la
Fundación Amancio Ortega,
promovida por el multimillonario
del mismo nombre y creador de la
firma textil Zara, quinto hombre
más rico del mundo, ha
hecho a Cáritas
española un donativo de 20
millones de euros.

Además de esos 20
millones, la Fundación
Amancio Ortega dedica a obras de
beneficencia 46 millones de euros:
28 millones para un Centro Padre
Rubinos en Coruña, 11
millones para crear nueve escuelas
para niños de 0 a 3
años en Galicia y 7 millones
para una nueva sede de Proyecto
Hombre en Santiago de
Compostela.

Otras fuentes informativas
apuntan que Amancio Ortega
ganó en el año
pasado 11.400 millones de euros.
Sin lugar a dudas, estos resultados
son fruto de una capacidad
empresarial y un amor al trabajo
dignos de toda alabanza.

Tambien cuentan los medios
informativos que el Ministerio de
Trabajo de Brasil mantiene con las
empresas de Amancio Ortega un
contencioso relacionado con
más de una treintena de
talleres subcontratados por la
empresa textil española
Zara, que supuestamente hacen
trabajar a sus operarios/as en
condiciones que rozan la
esclavitud: hacinamiento,
condiciones insalubres de trabajo y
salarios de miseria. Estos operarios
son en algunos casos bolivianos o
peruanos indocumentados,
introducidos en Brasil por redes de
tráfico de seres humanos, y
trabajaban jornadas de hasta 16
horas diarias por salarios entre 90
y 130 euros mensuales.

Un informe de la ONG
española Setem asegura
que “adquirir una prenda de ropa
de las marcas del grupo Inditex
confeccionada en Marruecos
supone refrendar un sistema de
producción en el que las
trabajadoras acumulan 65 horas a
la semana detrás de una
máquina para cobrar un
salario de 178,72 euros
mensuales. Tanto Inditex como El
Corte Inglés, Induyco,
Cortefiel, Mango y otras firmas
europeas “operan en el mercado
marroquí aprovechando
unos costes de producción
claramente inferiores a los de la
Unión Europea y la
cercanía geográfica”.

Se da por supuesto que la
generosa aportación de la
Fundación promovida por
el magnate Amancio Ortega le
permitirá ahorrarse sumas
importantes en el pago de
impuestos al fisco. Nada que
objetar desde el punto de vista
legal en este terreno. Puesto que
las mismas leyes que cargan
sobre las clases trabajadoras el
desempleo, los desahucios de sus
viviendas, los recortes en sanidad,
enseñanza vivienda y otras
necesidades mínimas de
todo ser humano, dan por buenos
los beneficios fiscales a las
grandes fortunas, los
paraísos fiscales y las
cuentas secretas en Suiza, y
permiten que se hayan ido al
extranjero desde nuestro
país, entre junio de 2010 y
junio de 2011, más de
300.000 millones de euros.

En estas condiciones, algunos
no dejan de preguntarse si
Cáritas, que proclama
principios tan sanos como aquel de
“trabajamos por la justicia” y habla
con frecuencia de la “denuncia
profética de la injusticia”,
no debería rechazar ese
donativo envenenado fruto de la
explotación de
trabajadores, más bien
trabajadoras del Tercer Mundo
más desfavorecido y
apaleado.

Pero no hay que preocuparse…
Vivimos en un orden establecido
que, para sobrevivir, necesita
fabricar pobres en serie, y al
mismo tiempo proporcionarles un
servicio permanente de limosnas.
Necesitamos una sociedad
habitada por mendigos apostados
en las puertas de las iglesias, por
gentes viviendo y durmiendo a la
intemperie en lo más
riguroso del invierno, por millones
de parados y de familias por
debajo del nivel mínimo de
la pobreza.  Necesitamos
pateras en peligro de naufragio en
el Estrecho de Gibraltar para
mantener a la Cruz Roja activa y
despierta.

¿Cómo
podrían presumir y alardear
de su riqueza los más ricos,
si no hubiese mendigos a los que
ayudar? Serían como
menos ricos, menos importantes…

Honorio Cadarso es periodista