El vigor del 15-M alimenta el 19-J

Han fallado quienes auguraban una agonía al movimiento del 15-M. Las numerosas y nutridas manifestaciones del 19-J demuestran que el espíritu con el que nació sigue vivo y, más aún, continúa animando a la movilización a personas que jamás se hubieran imaginado tomando las calles en esta versión autóctona de las ???caceroladas??? argentinas.

La revolución ciudadana tiene cada vez más adeptos. Ni las desinformaciones de los medios de comunicación arrojando sobre ella sospechas de derivas violentas ni los rapapolvos de los políticos que han sufrido la presión de la calle han conseguido restarle una pizca de empuje. Todo lo contrario.

Y es que no son ???los de siempre” los que han tomado las calles. La ola de protestas ha empujado a gente corriente a compartir barricadas con aquellos que llevan años luchando por ???otro mundo posible???. Y lo han hecho como activados por un misterioso resorte que los impulsa y entrelaza.

Además, distintas celebridades siguen brindando su apoyo público e inequívoco al movimiento, del que no escapan ya ni los enmoquetados salones de las  juntas de accionistas de las entidades financieras. En la última del Banco de Santander, un delegado que decía representar al 15-M lanzó una reprimenda al banco por el papel de las entidades financieras están jugando en esta crisis.

Ello demuestra que hay indignados en todos los ámbitos. Nadie sabe quiénes son ni dónde se encuentran exactamente pues están por todas partes. Son como los extraños habitantes de un planeta desconocido que conspiraran para dominar la Tierra.

De momento ya han enmendado la plana a los sindicatos proponiendo algo que no llevaban en su agenda: una huelga general. Han adelantado por la derecha a los medios de comunicación convencionales, siempre aliados de los poderes dominantes, creando una eficaz plataforma informativa en las redes sociales. Han estampado en la cara de algunos políticos el espejo de sus infidelidades e  incongruencias. Lo que falta ahora es que el movimiento alcance una repercusión planetaria para plantar cara a los verdaderos responsables de esta crisis, cuyos tentáculos son de alcance transnacional.

Los políticos no son capaces de controlar a esa muchedumbre de descontentos. Sus intentos de dialogar con ellos resultan baldíos pues es la inoperancia del propio sistema lo que ha causado esta reacción airada. Las masas reclaman transformaciones. Transformaciones drásticas: el fin del clientelismo político, los privilegios y la sumisión a los grandes capitales.

Tal vez todavía se esté a tiempo de reencauzar muchas decisiones y prácticas que azuzan el furor callejaro. Y si se deja correr el tiempo es muy probable que la mecha cause un devastador incendio.

Cada día que pasa es un tiempo precioso perdido para construir una nueva sociedad que evite que el estigma de la exclusión se extienda cada vez más mientras lejanas instituciones juegan a los dados con nuestros destinos.

Vivimos el fin de unos tiempos. Esperamos una Tierra nueva donde habite la justicia