El concepto de normal

El Sr. Alberto Luceño, catalogado por el nuevo Presidente del PP como “pillo”, sin hacer justicia ni de lejos a su condición, resulta que ha manifestado en su declaración al juez ante el que responde de su “fazaña” como comisionista de la famosa operación de venta de material sanitario al Ayuntamiento de Madrid, en la que se ha embolsado en concepto de su gestión como intermediario 5 millones de euros,  que “esos 5 millones, que suponen un 47% del volumen de la operación es un porcentaje normal como comisionista”.

Este concepto tan elástico que se tiene de la palabra normal y que con tanta naturalidad lo esgrime ese “pillo” ante  ¡un juez! me recuerda a un conocido que tenía, bebedor de txikitos de toda la vida, de esos tan frecuentes entre nosotros en tiempos, los de unos blanquitos al mediodía, una comida con vino y alguna copa de Soberano y luego por la tarde –que no somos de acero inoxidable–una riada de potes.

Bueno pues este conocido de Somorrostro acabó, como era preceptivo,  con una cirrosis de tamaño natural y al ser interrogado por su médico acerca de sus hábitos de vida, declaró que sí, que efectivamente tomaba unos chiquitos todos los días, sin entrar en detalles acerca de su número.

Apretado por el médico que quería saber cuántos caían al día, acabó definiéndolos como una cantidad normal. No contento con esa ambigua definición y tras insistir logró, por fin, que confesará que no los contaba uno a uno, pero que a boleo calculaba que serían 40 ó 45 diarios, insistiendo en el concepto de que ese número era “lo normal”.

A partir de entonces y de esta hace ya una “jartá” de años, cada vez que me he encontrado ante esa palabra cuando preguntaba por la cantidad de algo o la evolución de alguna cuestión y me respondían con, “normal”, siempre me acordaba de ese personaje de las Encartaciones y mira por donde el pillo de Don Alberto (a) El Comisionista, me ha hecho también recordar este “susedido”.

Rafael Hidalgo