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De dioses

Me preguntó mi hija Paule por qué no había oído jamás el nombre del jugador Quini. Lo comentaba sobre todo porque, en un entorno donde sí escuchaba referencias de otras prestigiosas celebridades, la de Enrique Castro, ni por asomo le llegaba. En ese mundo del fútbol, y a pesar de contar con 22 años, sí sabía quiénes han sido y son Cruyff, Beckenbauer, Rojo, Maradona, Iribar o lógicamente Messi.

Quini se nos fue esta semana. Todos quienes le han conocido coinciden en señalarle como un extraordinario deportista y gran persona. Pero al Brujo, como así le apodaban, quien mejor le describía era el actual entrenador del Alavés, Abelardo, otrora jugador de su Sporting, asturiano como él y con un currículo nada desdeñable. “Quini en Asturias es Dios”. Tajante.

Igual que Quini, otro “Dios” terrenal para nosotros, Iribar, ha sido protagonista porque el jueves cumplía 75 años. Mito viviente del Athletic, símbolo como nadie, y con una personalidad similar a la de Quini. Ambos coincidieron en época y en la selección. Tuve la suerte de coincidir, de conocerle. Pensaba hace años que era inalcanzable, que nadaba en otras aguas, y que en su actual mundo profesional que es representar al Athletic, lo haría con la lógica y natural distancia que te preserva de incomodidades cercanas.

Con el tiempo, y tras una serie de oportunidades que daban lugar a agradables encuentros, podías llegar a analizar el juego de uno u otro equipo (Amorebieta y Athletic en este caso) con verdadero conocimiento de causa, como dos apasionados analistas tácticos. Yo creo que Iribar ya era suficiente para comandar la delegación athleticzale que visitaba en algún caso en Urritxe o simplemente recibía en Lezama.

Su presencia era la más importante, sabía estar y manejar situaciones. A otros, representando mayor rango institucional, léase directivos, presidente etc, quizás los viera más perdidos, desubicados. El Txopo estaba en otra división (más arriba naturalmente).

En el funeral de Javi Etxebarria Azarloza, su eterno suplente, estaba yo con mi mujer a pocos metros de distancia del Txopo. María (que también había coincidido en alguna ocasión con Iribar) me susurró “mira quién está ahí. Son años, ya no se acordará de ti”. Estaba con Sáez y otro a quien no reconocía. Yo le contesté “supongo que ya no”. A los pocos minutos se acercó y nos saludó: “Kaixo Joseba”…. Uno estaba ya muy alejado del círculo futbolístico pero Iribar dejaba una muestra más de su cercanía.

Volviendo a mi hija, le filtraba otros nombres de ilustres que seguro no había oído hablar de ellos, pero equiparables o casi a la figura de Enrique Castro, Quini. Pirri, Kortabarria, Arkonada o Adelardo, por ejemplo. Mitos que aún viven.

Hace ya unos 6-7 años, en la Ciudad Deportiva de Majadahonda, el Amorebieta se enfrentaba al Atlético de Madrid B. Vencieron los azules 0-3. Haciendo tiempo, antes del inicio del encuentro, y paseando por los aledaños, contemplamos como un señor ya entrado en años no podía acceder al recinto junto a su nieto.

Visiblemente nervioso quería alcanzar con su vista a alguien que le reconociera. Pasaron un par de minutos pero el joven taquillero no permitía su entrada. Abortamos nuestro paseo para acercarnos hasta el lugar. El joven empleado del Atlético de Madrid tendría la edad de Paule, poco culpable quizás de no conocer al gran mito viviente que tenía enfrente. “Mira”, le inquirimos, “este es Dios en este Club, y es un placer conocerle, es el gran Adelardo (jugador con más partidos en la historia del Atlético de Madrid)”.

Nos miró perplejo pero aliviado y sólo contestó con un “muchas gracias, de verdad”. Luego ya dentro de las instalaciones este extraordinario y humilde gran jugador nos enviaba un mensaje para Iribar, otro Dios: “Si le véis a José Angel darle muchos recuerdos, decidle que habéis estado conmigo”.

Son momentos puntuales vividos esta vez a través del Amorebieta. Mi gratitud al Club azul.

Joseba Barrenetxea es periodista y expresidente de la Sociedad Deportiva Amorebieta

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2 Comentarios

  1. Mortadelo

    Final de Copa del Rey Athletic Club- Barcelona. Madrid 1983. Los miles de aficionados que allí estuvimos teníamos muy presente el secuestro a Quini, al “brujo”, algún año antes. De repente, masa enfervorecida, decidimos, miles de personas, ir al Hotel donde se hospedaba el Barcelona. El objeto no era ni insultar, ni amedrentar al Club rival. Al grito de : “Enrique Castro, Quini, Askatu!!!… así durante minutos, no se yo el tiempo que estuvimos allí. De repente, desde la puerta del hotel, con una sonrisa destelleante, apareció “El Brujo”. Se abrazaba a nosotros, le besábamos, le abrazábamos. El nos daba las gracias, afición rival, equipo campeón, por los cánticos de apoyo. Ese día, desde el esplendor del dulce pájaro de juventud, descubrí que, detrás de la coraza de un súper deportista, internacional, leyenda viva del fútbol, había un hombre extraordinario. Llevaba la camiseta con el número Nº8, dorsal del gran Txetxu Gallego. Esa camiseta no se ha vuelto a lavar núnca. Esa camiseta estuvo en la final,
    esa camiseta quedó campeona de copa.Esa camiseta la tocó, una tarde de junio de 1983, Enrique Castro “Quini”, y vive dios que fue un momento mágico.

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  2. Atxur

    Solo hay que decir “Kaixo Joseba” , no pedimos nada más y es para siempre. El problema es que hay muchas “estrellas” que no son capaces ni de decir un “Kaixo Joseba”.
    Quini era magnífico como jugador, lo difícil hacía fácil y una maravillosa persona.

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