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Los ayudadores ayudados

Los ayudadores ayudados

El colectivo de familias con necesidades especiales Geu Be cumple 10 años y lo van a celebrar por todo lo alto. Si en este colectivo todos cuentan y son igual de importantes, tanto padres y madres como jóvenes y monitores, sin la labor desinteresada de estos últimos quizás no hubiera sido posible que este proyecto alcanzara la importancia y magnitud que tiene en estos momentos. Durangon.com ha entrevistado a varios de ellos.

Los voluntarios y voluntarias de Geu Be reúnen una serie de características singulares: en un momento en el que se habla de crisis del voluntariado, ellos son nada menos que 33 monitores (entre ellos, 4 empleados de la asociación) para 44 chavales y chavalas. Aparte están los padres y las madres, que también lo son y se responsabilizan de cantidad de actividades.

Todos estos jóvenes y no tan jóvenes se sienten parte del proyecto, atendidos y escuchados, y  han encontrado aquí un cauce para expresar sus aportaciones y comprobar que son tenidas en cuenta.

El amplio equipo humano que conforman les permite dar salida a inquietudes de todo tipo planteadas por los jóvenes, desde talleres de teatro, de piscina, de música, de fotografía digital a entrenamiento de futbito, salidas los sábados o convivencias de fin de semana y excursiones anuales de varios días. Todo ello con un único objetivo: “Dar calidad a su ocio y tiempo libre”, destaca Justi Alfaro, voluntaria y coordinadora. A lo que se suma ayudar a su integración social participando con ellos en actividades que se organizan en las agendas culturales y festivas de toda la comarca, pues su ámbito natural de actuación es Durangaldea.

¿Quiénes son los monitores de Geu Be y por qué están aquí y no en otra parte? Algunos y algunas vinieron para hacer prácticas que les proporcionaran créditos para sus carreras universitarias y se quedaron. Otros fueron invitados a acudir y aceptaron. El pasado jueves celebraron una reunión de coordinación y explicaron sus motivaciones y experiencias.


Maider Caballero (Iurreta, 22 años): “Nos llevamos muy bien”

Estudiaba Educación Social y se acercó para “aportar mi granito de arena”. Es co-entrenadora de futbito y esto le ha proporcionado, de paso, la oportunidad de obtener créditos. Lo que no se imaginaba es lo agradable que iba a resultar esta actividad. “Estoy muy a gusto con ellos cuando entreno. Me siento muy bien”. La misma sensación la aplica a la relación con los  monitores: “Nos llevamos muy bien”.


Leire Pagonabarraga (Abadiño, 22 años): “Me siento muy a gusto”

Lleva 4 ó 5 años en la asociación, a la que llegó por medio de otros monitores, que le invitaron a participar y a hacer salidas. Se fue metiendo poco a poco y se ocupa del taller de música junto con otros tres compañeros. Está muy satisfecha con la participación de los jóvenes en las actividades y se encuentra “muy a gusto”.


Sheila Rodríguez (Matiena, 24 años): “Pensé que no iba a valer para esto”

Llegó también “por los créditos” hace tres años. Conocía la asociación porque una de sus amigas tiene una hermana que es usuaria de Geu Be. Como había estudiado Empresariales pensó que quizás “no iba a valer para esto”. El tiempo le demostró que estaba equivocada. Es co-monitora de piscina y hoy es el día que “sigo y espero seguir”.

Lo que más valora es “el cariño que aportan los chavales y chavalas” y reconoce que las horas se le pasan “volando”, a lo que contribuye que los jóvenes le agasajen con “abrazos y besos”.


Eukene González (Amorebieta, 22 años): “Esta experiencia me ha hecho cambiar como persona”

El suyo es uno de los testimonios más sentidos. Llegó hace 4 ó 5 años en busca de información sobre el “mundo de la discapacidad” que en Amorebieta no encontraba. Vino para una tarde y se quedó si no para siempre, para mucho tiempo. Dice que aquí se le pasan las horas sin sentir. En su pueblo trabaja también como monitora pero con menos dedicación. Geu Be es, para ella, “otro mundo que hay que conocer y hay que vivir”.

En este punto se emociona y señala que la experiencia “me ha hecho cambiar como persona”, le ha permitido hacer muy buenos amigos y los chavales le han aportado “mucho cariño”. Anima a acercarse a este colectivo todavía tan rodeado de tabúes. “Hay que venir y ver porque no sabemos para lo que valemos hasta que lo probamos”, invita.


Lucio Alonso (Zaldibar, 42 años): “Echas un cable pero acaba siendo una ganancia para ti”

Siempre ha estado vinculado a la asociación a través de Jose Alfaro, su cuñado. En concreto, había trabajado en la txozna que Geu Be instala en los ‘Sanfaustos’. Contaba con experiencia de monitor de tiempo libre con chavales pero no en el mundo de la discapacidad. La experiencia del día a día le ha permitido cogerle el pulso a esta tarea y reconoce que lo que más le aportan son las relaciones con los chavales. “Estás por echarles un cable y acaba siendo al revés, es una ganancia personal para ti”.


Eneko Iraeta (Zaldibar, 20 años): “Vine a vivir una experiencia nueva”

Llegó con un amigo a probar “una experiencia nueva” y decidió quedarse dada la afectuosa acogida que le dispensaron los jóvenes. El primer año fue monitor de baloncesto, luego pasó a echar una mano en la ludoteca y ahora es entrenador de futbito y suple a otros monitores cuando no pueden acudir. Además participa en el taller de música.

Lorena López (Durango, 30 años): “Me enganchó recibir tanto cariño”

Vino hace un año a hacer prácticas en Educación Social y se muestra “encantada y con ganas de seguir”. Lo que le ha retiene es el mucho “cariño recibido desde el primer día”. Además, valora que se tenga en cuenta su opinión y le dejen “intervenir”, experiencia muy diferente a la de una comunidad terapéutica femenina donde estuvo antes y donde le proporcionaron un “espacio de actuación mucho más limitado”.


Nora Ordóñez (24 años, Iurreta): “Con tratarles como a personas normales, vale”

Es una de las trabajadoras ‘liberadas’ (con contrato a media jornada). Llegó hace 4 años “de casualidad” porque hacía falta una persona para una actividad concreta. Pensaba que ella podría responder a esta demanda y se apuntó. Creyó que tendría dificultades para trabajar con  personas discapacitadas pero con el tiempo se dio cuenta de que se trataba de un prejuicio. “Con tratarles como a personas normales, vale”. Ella e Iraia, la otra liberada, junto con Justi y Jose, se encargan de que ofrecer a los jóvenes una atención continuada. “Hacen falta personas de referencia que hagan un seguimiento de sus necesidades -puntualiza Jose- porque al tener tantos voluntarios vienen sólo una vez por semana”.

Reconoce que es afortunada en su trabajo ya que no comparte ese “sentimiento generalizado de falta de motivación” en su quehacer laboral. “Me gusta venir, confían en mí, puedo decir lo que pienso y lo que expongo se tiene en cuenta”. El afecto que recibe de los chavales es también un estímulo para ella. “Hay gente que se pasa el día entero sin un abrazo o una sonrisa, eso no falta aquí”.
Le llena la confianza que le tienen los chavales y el “buen rollo” entre los monitores. “Es increíble, somos como una cuadrilla, hay buen corazón y nos ayudamos entre todos”. Quizás por estas circunstancias tan ajenas a los ambientes de trabajo asegura: “A veces se me olvida que estoy trabajando”.


Jose Alfaro (Durango, 36 años): “Nos fijamos en la capacidad, no en la discapacidad”

Es el ‘alma’ de Geu Be a quien considera su “hijo pequeño”. Era monitor de tiempo libre y fue requerido por un grupo de padres para dar cauce a la necesidad que tenían sus hijos de disfrutar de un tiempo libre creativo y compartido. Es el único monitor (aparte es trabajador) que sigue desde el principio. Su esperanza era cambiar el mundo y vio frustrado su deseo hasta que se dio cuenta de que “el mundo cambia cuando actúas”.

Eso le llevó a embarcarse en este proyecto, que no le atrajo “por la discapacidad”, sino porque lo compartía con gente que tenía ganas de trabajar. Esa motivación se ha visto reflejada luego en la pedagogía de Geu Be: “Nos fijamos en la capacidad, no en la discapacidad”.

La asociación ha logrado muchos avances a lo largo de su historia. Aparte de posibilitar que los jóvenes evolucionen en su autonomía, ha conseguido que participen en cantidad de actividades y que la sociedad de la comarca sea acogedora con ellos, lo que no ocurre en otros lugares, según lamenta.
El balance de estos diez años es para él totalmente positivo. “Geu be vive en un sueño. Hay gente que no daba un duro por nosotros y seguimos siendo un montón de personas con ganas de trabajar. Es un sueño del que no quiero despertar”, asegura exhibiendo su permanente sonrisa.

Le gusta lo que hace, recibe “muchísimo cariño” y se siente “muy bien valorado”. Y sobre todo, percibe que su aportación sirve para “cambiar el mundo” a base de plantear ideas y ver que se pueden llevar adelante. No renuncia a la utopía.


Justi Alfaro (Zaldibar, 42 años): “Los chavales, las familias y los monitores lo dan todo”

Hermana de Jose y coordinadora junto con él. Desborda entusiasmo y calidez. Casada con Lucio Alonso. Vivió con su hermano, al que se siente muy unida, el nacimiento de la asociación. Cuando ingresó formalmente, tenía experiencia como monitora en el desaparecido grupo de tiempo libre Txotxongilo de Zaldibar. Militó con Jose y Lucio en el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC), el grupo de mujeres Helmuga de Zaldibar y en la AMPA de la escuela.

Llegó para ayudarles en una salida a Futuroscope hace 4 años cuando su segundo hijo ya era algo mayor. Y cuando estaba embarazada de seis meses del tercero la directiva le propuso asumir trabajos de coordinación. Aceptó  el reto “conmocionada y asustada” pero “superfeliz de trabajar con Jose, que por encima de coordinador es hermano”.

Aún conserva la ilusión del principio y tiene claro el motivo: “No hay un momento igual al anterior” y además “los chavales, las familias y los monitores lo dan todo”, enfatiza esbozando una franca sonrisa.

Reconoce que Geu Be es segundo de sus pilares, junto con su familia, y que la asociación es “mi otra familia”. Por eso, Jose y ella se pasan “todo el día pensando” en la mejor manera de cubrir las necesidades afectivas y de tiempo libre de los chavales y en que se sientan bien. No tiene empacho en asegurar que “doy todo y más” pero obtiene la recompensa de poder palpar los (buenos) resultados “día a día”.

“Estoy en mi sitio y me siento superfeliz”, resume su experiencia personal y laboral en la asociación. Y aprovecha su aprendizaje para animar a todas las personas a que a la hora de buscar un empleo “no miren el dinero sino que busquen un lugar donde se sientan bien”.

 

OTROS MONITORES QUE NO FIGURAN EN ESTE REPORTAJE SON:

 

  • Iraia Gallastegi   

  • Aitor Echevarria        

  • Irenka Solagaistua
  • Leticia Segura

  • Leire Sagaztagoia

  • Safu Afkir

  • Iván Rodríguez
  • Aitor Zamalloa

  • Irati Goiria

  • Amaia Baseta

  • Olatzrez

  • Eider Chaves

  • Maríapez

  • Juan Jove

  • Nerea Peroningo

  • Julen Argiarro

  • Markel Gamboa

  • Judith Martín

  • Iker Saizar

  • Iraide Gaztelurrutia

  • Irati Martínez
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