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La Ertzaintza alerta sobre una nueva oleada de secuestros virtuales con un caso en Durango

En las últimas 48 horas se han detectado cinco casos de falsos secuestros.
En las últimas 48 horas se han detectado cinco casos de falsos secuestros.

La Ertzaintza ha alertado de que en las últimas 48 horas se ha producido una nueva oleada de secuestros virtuales. Se han detectado cinco casos en Bizkaia y uno de ellos es en Durango.

Este fenómeno delictivo consiste en que uno o varios delincuentes simulan el secuestro de una persona para extorsionar económicamente a sus familiares a cambio de su ‘liberación’. Procedente de Sudamérica, tuvo su estreno en Euskadi a comienzos del pasado año 2015, cuando se detectaron un importante número de intentos sin consumar, si bien después no se habían vuelto a producir hasta la actual oleada.

La Policía Autónoma tiene constancia de cinco casos en los dos últimos días en los que las víctimas aseguran haber recibido llamadas telefónicas anónimas en las que uno o varios delincuentes les informan de que ‘tienen secuestrada’ a una persona cercana y le exigen una cantidad de dinero a cambio de su liberación. Las llamadas de los falsos secuestros se han detectado en las localidades de Santurtzi, Leioa, Durango, Basauri y Barakaldo.

En ninguno de ellos se han llegado a realizar pago alguno. En tres ocasiones, los ‘secuestradores’ hacían referencia a los hijos o hijas de las víctimas, mientras que en las dos restantes se referían a un socio laboral y a una empleada de un comercio.

La extorsión no se llegó a consumar al haber podido contactar las víctimas con las personas supuestamente secuestradas y comprobar la falsedad de los hechos. En uno de los casos, sin embargo, la víctima no pudo contactar con su familiar y fue la “rápida actuación” de la Ertzaintza la que permitió localizar a su hija, “en perfectas condiciones y sin saber nada de lo que ocurría”.

Los especialistas del Área de delitos contra las personas, adscritos a la Sección Central de Investigación Criminal y Policía Judicial de la Ertzaintza, analizan actualmente las denuncias recibidas para constatar si las mismas tienen un origen común. En todos los casos, al igual que sucedió en 2015, los presuntos secuestradores tenían acento sudamericano y la Ertzaintza no descarta la posibilidad de que las llamadas pudieran haber sido realizadas desde algún país de dicho continente.

‘Modus operandi’

El guion del delito, con pequeñas alteraciones, se repite en todos los casos conocidos de secuestros virtuales: la víctima recibe una llamada desde un teléfono con número oculto o desconocido. El supuesto secuestrador hace saber a la víctima que ‘tiene retenido’ a una persona cercana y que en el caso de que no siga sus indicaciones, acabará con su vida o le causará algún daño físico importante.

El secuestrador exige el pago de una cantidad económica -que habitualmente oscila entre los 350 y los 5.000 euros– la cual deben abonar por transferencia de manera inmediata a través de un locutorio. Esta premura en el tiempo es la clave de la situación, pues persigue que las víctimas, por efecto del miedo, no tengan tiempo de comprobar la veracidad de la situación y consumen el pago, llevando a cabo la transferencia exigida.

Para mantener la tensión, los extorsionadores utilizan distintas artimañas. En ocasiones requieren que la víctima no corte la llamada para, de ese modo, evitar que pueda conectarse telefónicamente con el supuesto secuestrado y darse cuenta del engaño.

Llamadas aleatorias

La Ertzaintza ha comprobado que muchas veces las víctimas son elegidas de forma aleatoria, mediante una simple llamada al azar, por lo que en ocasiones pueden incluso no tener hijos o hijas. No obstante, también hay casos en los que los supuestos secuestradores pueden haber realizado una investigación previa, a través de falsas encuestas en la calle o telefónicas, o haber obtenido los datos en las diferentes redes sociales, en las que, inconscientemente, se cuelgan datos relativos a la vida personal, como el nombre y apellidos, número de teléfono, lugar de residencia o veraneo, y centro escolar en el que se cursan estudios, entre otros.

La persona falsamente secuestrada, habitualmente un hijo o hija de la víctima, puede variar según el objetivo que persigan los delincuentes o los datos que posean, pudiendo hacer recaer la amenaza sobre cualquier otro miembro de la familia, que puede ser un hermano o el padre.

Qué hacer ante una llamada

Desde la Ertzaintza se señala que la forma de actuar cuando se recibe una llamada de este tipo, pasa por tratar de mantener la calma e intentar verificar la situación real de la persona supuestamente secuestrada, comprobando que se encuentra en el lugar en el que debería estar en ese momento: colegio, trabajo, domicilio, etc.

Resulta fundamental, añade la Policía Autónoma, que “el pánico no bloquee nuestra capacidad para analizar la situación y para actuar racionalmente; en todo momento debemos manejar la premisa de que la situación puede no ser real y tratarse en realidad de un fraude”.

“Por supuesto, no debemos acceder a realizar el pago de la cantidad solicitada y, por el contrario, debemos ponernos en contacto de modo inmediato con la Ertzaintza, a través del teléfono 112, para que sus agentes realicen las comprobaciones necesarias sobre el paradero real de la persona supuestamente secuestrada y para que lleven adelante las indagaciones que permitan localizar y detener a los delincuentes. Hay que mantener la calma y tener presente que una imposibilidad puntual de contactar con la persona supuestamente secuestrada puede deberse en realidad a que ésta se encuentre en una zona sin cobertura o donde no pueda tener encendido su teléfono móvil (colegio, universidad, cine…)”.

Esta tipología delictiva era de uso habitual por las redes delincuenciales de países de Centro y Sudamérica para la obtención de dinero, si bien ha caído en desuso al ser muy conocida popularmente y no llegar a convencerse las víctimas de que el secuestro era real.

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