Funerales sin incienso ni plegarias por petición popular

Durango fue la primera localidad en dar luz verde a los entierros civiles. Fue a raíz de una propuesta de Aralar que obtuvo el apoyo del resto de los partidos. Pero la idea no nació de los políticos. Surgió de una iniciativa ciudadana, que finalmente materializaron dos profesoras, Itziar Ezkerra y Bitori Ruiz Bikandi.

“Entre amigos, siempre comentábamos que cuando muriésemos no queríamos ser despedidos en una iglesia, como le ha pasado a mucha gente de izquierdas que al final acaba allí por decisión de la familia y porque no hay otro sitio”, explican. Con el tiempo, se pusieron en contacto con varios concejales, pero la idea quedó en el aire. No volvió a plantearse hasta que una tercera mujer, Marisa Barrena, escribió un artículo en el semanario ‘Anboto’ reivindicando la necesidad de los funerales civiles.

Solicitud por escrito

Entonces, barajaron recoger firmas, pero les dijeron que sería suficiente con dirigir al Ayuntamiento la solicitud por escrito. Lo hicieron hace un año. Les resultó sencillo y se sorprendieron al tener noticia de que la propuesta se había aprobado rápidamente. Incluso ya se había buscado un recinto: el Elkartegi de Landako. Les parece una buena elección, aunque ellas habían barajado otros lugares, como San Agustín, Santa María o el parque junto al cementerio, pero los descartaron por distintas razones.

Ahora se muestran satisfechas de haber posibilitado que este tipo de actos se celebren con la dignidad que merecen. Bitori recuerda el de su madre, Aure Bikandi, que tuvo lugar en la plaza de Ezkurdi y donde se reunieron una gran cantidad de grupos y amigos que tenían su punto de encuentro en su casa de Zumalakarregi. Al terminar, fueron andando hasta el cementerio detrás del coche fúnebre, a pesar de que salió un día muy lluvioso.

Esta duranguesa no tiene noticia de que se hayan celebrado otros muchos entierros civiles y mucho menos tan hermosos como este. Ella e Itziar han asistido a algunos, bien en el cementerio o en el tanatorio, y les han parecido “tristes, muy tristes”.

Comisión de ayuda

Han examinado la normativa aprobada en Durango y la encuentran muy completa y exhaustiva. Pero ven algunas lagunas. “No hay nadie que dirija la celebración. ¿Qué pasa con la gente que no disponga de amigos u otros recursos para organizarlo todo? ¿Van a juntarse allí…  y luego?”.

Itziar cree que tal vez el consistorio debería ofrecer orientación. “A ver si el próximo Ayuntamiento forma una comisión de ayuda. Sería una buena oferta para la campaña electoral”. Bitori añade que también estaría bien, tal y como ha sugerido Barrena, disponer de una lista de bertsolaris, músicos y otros creadores dispuestos a participar en este tipo de ceremonias, tal y como los hay para las bodas”.

Son propuestas que ellas lanzan para un debate que creen necesario a partir de ahora, ya que calculan que los primeros entierros civiles tendrán que improvisarse bastante. “Poco a poco todo esto irá cogiendo forma”. Lo importante es que, a partir de ahora, Durango y Iurreta disponen de una forma de honrar a los muertos que mucha gente echaba de menos y que son habituales en otros muchos lugares.