“El cazador vasco es un buen gestor de la Naturaleza”

Juan Antonio Sarasketa recibió hace unos días el Premio Carlos III, uno de los mayores reconocimientos que hay a nivel estatal en el mundo de la caza. Sorprendido y agradecido, el presidente de la Oficina Nacional de la Caza (ONC) y de Adecap entiende que a través de él se ha querido distinguir a todo el colectivo de cazadores y pescadores vascos. 

-La Real Federación Española de Caza le acaba de entregar el Carlos III de 2010, un premio recibido anteriormente por el rey Juan Carlos I o el recientemente fallecido Miguel Delibes, entre otros. ¿Cómo recibió la noticia?
-Con sorpresa y alegría. Los premios siempre son bien recibidos. Que distingan con ese premio a un cazador que, de alguna forma, está luchando por gestionar la caza es grato. Parece que estás en el camino a seguir.

-Con Delibes usted mantuvo una excelente relación personal. ¿Qué es lo que más echará en falta de él?
-En principio, su bondad. Quienes le conocíamos nos sorprendía mucho que una figura universal fuera tan próxima. Era un hombre coherente, con sus principios, defensor del surco, del arado, y de su Castilla rural, y como tal vivió, con humildad. Sobre todo echo en falta su consejo, porque tenía una muy buena relación con él. Y como escritor, yo no le voy a descubrir.

-¿Es verdad que sentía una gran admiración por el cazador vasco?
-Era un referente para él. Desde el nacimiento de Adecap nos animaba mucho. Siempre decía que el cazador vasco es un cazador de los de a pie, que lucha y no engaña a la pieza. Delibes defendía que los animales no tienen que perder su instinto de conservación. A esos niveles era un precursor, porque advertía de la deshumanización que está sufriendo el campo y todo lo que él dijo hace muchísimos años empieza a demostrarse ahora. Mueren muchísimas más aves, millones de aves, por el envenenamiento del campo en España que no por la escopeta. Hay un tópico que suele decirse que es: ‘más mata la receta que la escopeta’, y qué cierto es.

-Es presidente de la ONC y de Adecap, la Asociación para la Defensa del Cazador y el Pescador vasco. ¿Entiende el premio como un reconocimiento a su trayectoria en defensa de la actividad cinegética y sus tradiciones?
-El premio me lo han dado a mí, pero creo que es el premio de todos los cazadores y pescadores vascos por su racionalidad y respeto en el campo. El cazador vasco siempre ha entendido que es más ciudadano que cazador, de ahí que haya obviado cualquier tipo de tentación política y haya sido un ejemplo para el todo el colectivo. Como decía Delibes, es un cazador que trabaja y que es respetuoso con el medio. Un buen gestor de la Naturaleza, en definitiva.

Tentaciones políticas

-Hábleme de esas tentaciones políticas que acaba de mencionar.
-Fue hace muchos años, desde Francia, pero rechamos la prropuesta. Yo le quiero mucho a este pueblo como para tener tentaciones políticas. Los cazadores no estamos para dividir más, sino para unir. Por eso digo que somos más ciudadanos que cazadores.

-En el caso concreto de Euskadi, en los últimos tiempos se ha generado cierta polémica con la Ley de Caza. Adecap, de hecho, ha expresado públicamente su oposición al entender que podría dañar gravemente a la caza libre.
-No ha habido consenso con los cazadores. Un borrador de ley así se tenía que haber consultado con el colectivo. No obstante, espero que resurja la sensatez y que estas medidas tan restrictivas y leoninas que han establecido no se lleven a efecto, que se reduzcan un poco en base a las alegaciones que hemos presentado. En Euskadi nunca ha habido accidentes mayores en materia de caza, así que no vienen a cuento todas estas restricciones y sanciones. Hablar de 2 millones de euros por una sanción de caza me parece una barbaridad cuando para eso está la legislación, los jueces y la responsabilidad civil que cada uno pueda tener.

-En junio celebrarán en Dima el Día del Cazador, una fiesta que suele reunir a miles de personas en los campos de aviación. ¿Qué peso específico tiene la caza en nuestra sociedad hoy en día?
-Guste o no, la realidad es que somos el ente deportivo y social más importante de la comunidad autónoma vasca. No en vano somos 120.000 cazadores y pescadores, otra cosa es que unos cacen aquí y otros, fuera.

-¿Cree que, a nivel institucional, vende ser beligerante con la caza?
-Para algunos políticos parece que sí, pero se equivocan. Son demagogos. El cazador tiende a ser un gestor de una Naturaleza que a día de hoy está totalmente trastocada y desequilibrada por la industrialización, una demografía insultante… Y somos nosotros los que nos encargamos de regularla porque hay especies que se adaptan y proliferan, y otras no. Yo siempre digo que la Naturaleza es como una orquesta con muchos músicos que, cuando uno de los maestros desafina, todo desafina.

Dimisión de Narbona

-En vísperas de las últimas elecciones generales convocaron una manifestación multitudinaria en Madrid. ¿Fue una demostración de poder como tal?
-Fue un ejemplo de moderación y mesura. Se arremetió contra una gestión indefendible y le costó el puesto a Cristina Narbona, quien se equivocó al contar sólo con los ecologistas y no con nosotros. No queríamos, pero tuvimos que recurrir a lo único que nos dejaron, que era mostrar nuestra fuerza en Madrid. Según me comentó el Samur y la Policía Municipal aquel día, fue la mayor manifestación convocada en Madrid después de la de Miguel Ángel Blanco.

-Hay quien opina que la caza está reñida con la ecología. ¿Qué diría a quienes piensan así?
-Todo lo contrario. Lo que pasa que la gente juzga la caza desde los sentimientos y eso es un error. Yo entiendo a quien no comulga con la muerte de un animal, hay gente más sensible que otra, pero la caza hay que juzgarla desde aspectos conservacionistas, biológicos, de lo que exige la Naturaleza.

-Usted procede de una familia muy vinculada a la armería vasca. ¿Cómo recuerda su niñez?
-He nacido encima de una fábrica de escopetas. Mi abuelo fue cazador, mi padre fue cazador y mis hijos también lo son. Equivocados o no, esto es lo nuestro. Mi abuelo Víctor Sarasqueta fue hombre que elevó el nombre de Eibar internacionalmente por las armas deportivas y todavía existe en Eibar la calle que corrobora esto.

-Ya por último, toda su vida ha estado también muy vinculado al comercio de Durango. ¿Cómo ve el sector en estos momentos?
-Estoy un poco desligado, pero creo que no está bien. Los pueblos se han deshumanizado con las grandes superficies y eso ha ido en detrimento del pequeño comercio. Se necesitan más ayudas institucionales porque, como he oído decir a los comerciantes más de una vez, donde hay comercio hay vida. Las grandes superficies no dan el contacto con el comerciante, el asesoramiento… y yo creo que se acabará volviendo a eso.