Investigadores y agentes culturales difunden un manifiesto para evitar el derribo de la estación de Durango

“Ante la amenaza de derribo de la estación de nuestro pueblo, decimos que el pasado y la memoria deben de tener cabida en el futuro. Pedimos que lo que es del pueblo y parte de su historia, que sea rehabilitado y se le dé un uso social”. Bajo este enunciado, un total de 92 vecinos y vecinas de Durangaldea han firmado ya un manifiesto que busca frenar la demolición de un edificio que “ha sido una pieza clave en el desarrollo industrial y social” de la localidad.

Entre las personas que se han sumado a esta petición se encuentran conocidos investigadores, agentes culturales, arquitectos y profesores de la UPV-EHU. A los representantes de Gerediaga Nerea Mujika y Jon Irazabal se suman, por ejemplo, la arqueóloga Belén Bengoetxea, Ander Berrojalbiz, Ritxi Blanco, Enara Zarrabeitia, Andoni Barreña, Marisa Barrena, el actor Eneko Sagardoy o Aitor Aurrekoetxea (lee aquí el documento y la lista completa de firmantes).

“Esta estación durante décadas fue la puerta de entrada a Durango, la primera carta de presentación de nuestra villa. Miles de personas tuvieron su primer contacto con el pueblo cuando se apearon de un tren donde finalizaba un largo desplazamiento que les transportaba a un nuevo destino, a veces definitivo, en su vida. También de allí se partía para nuevos viajes de toda índole.

Fue testigo silencioso de muchos episodios: huelgas y el surgimiento del sindicalismo en Durango, bombardeos fascistas, llegada de migrantes en busca de una vida mejor… La estación propia de Durango es consustancial a su historia socioeconómica y urbana. De esta manera, miles de historias y recuerdos perduran entre sus paredes que ahora han caído en desuso”, recoge el manifiesto.

“Calma y memoria”

Por todo ello, y “ante la amenaza de derribo de una importante parte de la historia de nuestro pueblo, pedimos calma, memoria y darle una vuelta a este proyecto”. En concreto, su reivindicación persigue que el millón de euros que costará esta demolición –que el Gobierno vasco comenzó hace ya varias semanas– se invierta en rehabilitar ese espacio, reintegrarlo en la zona y “abrirlo de nuevo al pueblo que tanto le debe”.

De esta forma, añaden, se actuará con los valores medioambientales que “se predican en el mundo civilizado de recuperar, restaurar y reutilizar”. Las personas firmantes hacen además un llamamiento a toda la ciudadanía de Durango para que se sume a este manifiesto como asociación o de forma particular.