“Mi casa en Argentina se ve desde lejos porque puse la ikurriña y la bandera del Athletic en el tejado”

Neuquén es una ciudad argentina que está considerada la puerta de acceso a la Patagonia. Hasta allí viajó el durangarra Rafa Molina hace seis años “por amor” y en este tiempo ha sido uno de los principales promotores de la Euskal Etxea del Comahue, la región que abarca las provincias de Neuquén y Río Negro.

Sus primeros pasos se centraron en buscar en Facebook a personas de la región con apellidos de origen vasco y, en cuanto reunió a unas cuantas, comenzaron a gestar el proyecto. En este viaje se encontró con otro durangués, Pedro Arana Urionabarrenetxea, que también colaboró activamente en la iniciativa.

La presentación en sociedad fue el pasado mes de abril con una gran fiesta en la que no faltaron el sonido de la txalaparta, las danzas argentinas y euskaldunes, y una degustación de pintxos variados. A la jornada también acudieron representantes de otros centros vascos en Argentina.

Hace dos semanas, la Euskal Etxea del Comahue consolidó su puesta en marcha con la elección de su primera Comisión Directiva y Rafa como presidente. De momento se han impartido ya talleres de mus y pintura decorativa, y en breve quieren comenzar con los de danzas vascas. El centro también tomará parte en el II Encuentro de Euskal Etxeas Patagónicas de Puerto Madryn y en la Semana Nacional Vasca de Buenos Aires.

Aunque ideas les sobran, su objetivo prioritario en estos momentos es atraer al mayor número de personas posible. “Ahora mismo estamos unos 30, aunque vamos ampliando. Hay mucha gente de origen vasco por aquí y es un proyecto que se esperaba con ganas. Por ejemplo, en el grupo que tenemos en Facebook, somos ya 250 personas de la zona de Neuquén”.

Aclimatación

Ya en un plano más personal, Rafa reconoce que su vida dio un cambio radical cuando rondaba los 50 años. Conoció a una chica argentina, se fue primero por unos meses y lleva ya seis años en un país del que lo que más le “maravilló” al llegar fue la cordillera.

En cuanto a su aclimatación, reconoce que “para nadie es fácil” aunque laboralmente, y después de muchos trabajos esporádicos, está más asentado. Afortunadamente, añade, los vascos están “muy reconocidos” en Argentina “desde los años de la inmigración fuerte” que tuvo lugar a finales del siglo XIX y principios del XX.

Se calcula que un 10% de la población de este país es descendiente de vascos y “hay muchos pueblos en la zona de Buenos Aires que se llaman como allí: Gernika, Balmaseda…”. Eso sí, lo de que los argentinos les llamen a todos ‘gallegos’ sigue sin gustarle.

Natural del barrio durangués de San Fausto, Rafa lleva ya tres años y medio sin pisar Durango, aunque el Athletic le ayuda a pasar la ‘morriña’. De hecho, no se pierde ni un partido de los ‘leones’. “Los veo todos-todos”, confiesa.

Tanto es así que su casa en Neuquén se “ve desde lejos” y se distingue perfectamente por la ikurriña y la bandera del Athletic “que puse en el tejado”. “La ikurriña la sigo teniendo, pero la del Athletic se deshilachó y la tuve que quitar”, se lamenta.