Aramotz se pone buzo y guantes

Aramotz ha vuelto a dar este fin de semana un ejemplo de barrio solidario y trabajador. En respuesta a la convocatoria de la asociación del barrio y de Herria, alrededor de 60 personas se sumaron a una limpieza comunitaria para demostrar que, allí donde no actúan las instituciones, ellos y ellas están dispuestas a arrimar el hombro para que su barrio parezca menos abandonado.

La mañana era gélida, pero pareció no importarles demasiado. Pertrechados con guantes, buzos y gorros de lana, se dieron cita a las nueve de la mañana frente a la zona de zarzales y maleza que linda con sus viviendas, el río y el caserío Jaio. Según explicó Perico Arévalo, “es una parcela de Construcciones Durango que lleva años completamente abandonada y que se ha convertido en una auténtica selva donde anidan todo tipo de animales, desde ratas hasta culebras”.

No es la primera vez que organizaban una iniciativa similar. Inspirados en los auzolan tan característicos de otros tiempos, un grupo de jóvenes había limpiado la zona próxima a la circunvalación unos días antes de la Navidad. Las ramas retiradas aún seguían allí el sábado y también un cartel en el que podía leerse ‘Udala lotsabakoak’.

La sensación entre los vecinos y vecinas de Aramotz es de que su barrio está abandonado. Se han cansado de reclamar que la fundición que se encuentra próxima a sus viviendas se traslade a otro lugar, que se reparen las pantallas acústicas de la circunvalación, que se actúe en el río para evitar que garajes y hasta empresas se inunden con demasiada frecuencia y que se limpie la ribera.

Resultado espectacular

Sus peticiones han caído en saco roto, por lo que el sábado decidieron pasar a la acción. Les acompañaron distintos representantes de EH Bildu y Podemos. Por parte de la primera formación, los concejales Aritz Bravo, Rosa Mintegi e Iker Urkiza, y la alcaldesa de Izurtza. Tampoco faltaron la portavoz de Podemos en las Juntas Generales de Bizkaia, Neskutz Rodríguez, y el edil de Herriaren Eskubidea Julián Ríos.

El resultado del auzolan fue espectacular. La tupida selva de matorrales que escondía un pequeño vertedero con materiales de obra se fue difuminando y, en otra zona del barrio, junto al talud de la variante, se decoraron los árboles con bufandas de lana tejidas a mano, nidos y otros objetos decorativos.

Un merecido hamaiketako tardío puso fin a la dura jornada de trabajo. Los vecinos y vecinas de Aramotz se sienten ahora mucho más orgullosos de su barrio.

Fotos: Jone Miren y M. Aranbarri

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